Hemos llegado a tal punto de delirio colectivo que cinco mujeres han denunciado a un tal Dani con quien mantuvieron relaciones sexuales consentidas, es decir, las de toda la vida de la gente normal. Consideran que el individuo en cuestión cometió ‘abusos sexuales’, pese a que incluso una de ellas presentó a su pareja a su familia tras un año de relaciones coitales. ¿Por qué tal denuncia? Porque ellas eran jóvenes anarquistas independentistas catalanas. Y él, policía nacional. Se han enterado después y eso debe de joder, lo entiendo.
Que se sepa en la ley del “solo sí es sí” no hay apartado alguno en el que se exija transparencia a los yacidos en el amor con libertad. ¿Quién va a dudar de las intenciones claras de la ‘conejita’ de Playboy Anne Nicole Smith, que con 26 años se casó con el multimillonario de 89 años Howard Marshall?
El sexo vuelve a protagonizar nuestra vida colectiva, como cuando era joven. Entonces significaba una explosión de libertad y hoy es signo de ignorancia, fanatismo, manipulación y desorientación social. Nos ha liado nuestro presidente, que comenzó su carrera con un “no es no” y puede que la acabe con el “solo sí es si” de la ley estrella del mundo podemense. Hace apenas semanas defendía la reforma de Irene Montero y hoy con el mismo aplomo facial ha decidido cambiarla contra la resistencia de Podemos. ¿Renunciaran a sus sueldos públicos los autores de este disparate legislativo que ha excarcelado a una treintena de violadores y ha reducido penas a más de trescientos? Por supuesto que no, se les ve las intenciones. Como tampoco nadie espera que las amantes del tan atractivo Dani devuelvan sus suspiros y ratos de placer al Estado que tanto odian.
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