Pobres alcaldes que quieren repetir mandato, o presidentes de Comunidad orgullosos de su gestión. Sus realizaciones apenas se podrán ver bajo el cielo nublado por el humo negro de algunos estercoleros ardiendo. Hay muchos puntos incendiados al mismo tiempo: el caso del ex diputado socialista canario que paseaba empresarios por el Congreso con cena y, a veces, fiesta final con prostitutas; los diálogos entre el Secretario de Estado de Seguridad en el último Gobierno PP y mandos policiales que prueban persecución a dirigentes de Podemos y a periodistas que informaban de una trama corrupta de los populares valencianos; el ex presidente Camps de nuevo en el banquillo; la ex presidenta del Parlament; suma y sigue.
Ya escampará, aunque difícilmente antes del 28 de mayo, fecha electoral clave en municipales y autonómicas, y última meta volante antes de las legislativas del 3 de diciembre. Pero aunque escampe, cuando sea, quedarán cenizas. El humo negro de los estercoleros deja siempre huellas y refuerza la creencia de que “la política es corrupta” por definición y que “todos los políticos son iguales”.
En medio de esa tensión a partir de supuestos episodios de corrupción muy graves y otros que sin dejar de ser graves son sobre todo chuscos -parecen sacados de una película de Torrente- los músicos de Podemos no paran de aplicar adjetivos injustos al empresariado; y también a otros miembros del Gobierno, a propósito de la ayuda militar a Ucrania.
Enquistados en que el Ministerio de Igualdad no se equivocó ni en una coma en la Ley del “Solo sí, es sí” -la ex jueza Manuela Carmena llama a esa actitud “soberbia infantil’- van a lograr que socialistas y populares voten juntos una reparación legislativa para tapar los agujeros que benefician a violadores condenados. Quizás esa imagen es la que buscan, para marcar diferencias con el PSOE. Más ruido. Más humo. Pobres alcaldes.
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