El Gobierno español ha anunciado que reclama a los EE. UU. se llevelas tierras que dejó sin recoger en 1966. Según el abogado de Ecologistas en Acción, José Ignacio Domínguez, “es un clásico que en vísperas electorales el Gobierno de turno lance el bulo de que va a limpiar la radiactividad”. ¿Tiene razón y es otro brindis al sol?, ¿o es casualidad de que dentro de dos meses haya elecciones locales y generales a de fin de año?.
Terapia contra el olvido
Si repasamos la
historia de estos 57 años, confirmaremos que el problema radiológico
de Palomares, Villaricos y Vera ha sido y es un instrumento del grupo
político de turno, ya sea en dictadura o en democracia; un oculto
naipe comodín, que los poderes de Madrid muestran cuando conviene,
siempre ajeno a los derechos, riesgos e intereses de los vecinos
afectados.
En 2015 se firmó el
acuerdo de intenciones entre John Kerry y García Margallo (PP),
también con las elecciones a dos meses. Era papel mojado, pura
fanfarria electoralista. La mayoría desconoce que los EE. UU., aún
así, marcaron sus límites. Nada de descontaminar 40 h. y tratar
50.000 m3. Solo admitían el procesado de 28.000 m3, dejando muchas
zonas sin tocar, como las 20 h. de Sierra Almagrera. La Historia se
repite; o sea, otra descontaminación parcial e incompleta. Tal
propuesta fue aprobada por los consejeros del CSN, aunque
contradijera sus propios criterios radiológicos, siguiendo órdenes
del Gobierno, que son quienes los nombran y cesan.
En 1986 el PSOE
traicionó su programa electoral al optar por ingresar en la OTAN. El
caso Palomares fue utilizado a favor por la derecha y el Gobierno. Se
oponían la izquierda y pacifistas, recordando con el accidente de
Palomares los peligros del armamento nuclear. El área fue de nuevo
utilizada, explotada, zarandeada a tirones por unos y otros.
Cuando en 1968 las
negociaciones por las bases era inminente, existía malestar en el
Gobierno por los incumplimientos en la limpieza y por la actitud
norteamericana de cicatería y retrasos en las indemnizaciones. Para
compensar ese malestar, EE. UU. donó a los vecinos, con todo tipo de
publicidad, una desaladora que nunca funcionó. De nuevo fueron
utilizados los palomareños.
En 1966 la fuerte
presión ejercida por el país más poderoso del mundo sobre un
desacreditado dictador, hizo que accedieran a llevarse solo el 2,5%
de las tierras contaminadas, incumpliendo de forma sistemática los
acuerdos firmados. Las autoridades españolas transigieron además
con el establecimiento de un laboratorio vivo para la experimentación
humana con plutonio a través del “Proyecto Indalo”, sin el
consentimiento de los vecinos y con la falsa información de que todo
había sido descontaminado, pregonada a los cuatro vientos por Fraga
Iribarne, que desde hace años cuenta vergonzosamente con una calle
en Palomares, como ejemplo de los intereses políticos y de cómo se
juega con la amnesia colectiva de los vecinos.
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