Debate aparcado en el Paseo

Que sea el PSOE el colectivo más notoriamente enojado por la decisión del equipo de gobierno municipal de no presentar el proyecto de tráfico y uso compartido del Paseo en plena campaña electoral confirma, con la precisión de un reloj atómico, el acierto de la prudente medida de la alcaldesa, María del Mar Vázquez, tal como señaló ayer en un desayuno organizado por LA VOZ. Yo añadiría a la nómina de decepcionados al gremio de columnistas y opinólogos, que necesitamos asuntos susceptibles de polémica con el mismo apremio que algunos candidatos dopados de sí mismos buscan estos días foco y encuadre. Parece  normal, por tanto, que los que quieran una polémica antes que una solución anden ahora envueltos en duelos y quebrantos, lamentando que el futuro del Paseo se les escape de su menú habitual de catástrofes y desdichas. Pero uno, que las ha visto ya de todos los colores, considera que someter el proyecto de definición de los usos, servidumbres y horarios de la gran vía almeriense al torrente editorial de la campaña electoral y sus afluentes, tan sólo conseguiría impregnar de ruido y furia un asunto tan delicado y complejo que debería ser abordado sin presiones y necesidades políticas. Ustedes quizás sean muy jóvenes o ya no lo recuerden, pero hace cerca de treinta años, el famoso proyecto del soterramiento llegó a cristalizar en una zarabanda urbanística de dos o tres proyectos paralelos, patrocinados cada uno por un partido o colectivo político diferente para contraponerlo al presentado por el Ayuntamiento. Naturalmente, hubo mucho ruido pero ni una nuez que usar como barquito en aquel lago que se empeñaron en meternos en Oliveros. El Paseo, que sigue midiendo lo mismo desde que íbamos en calesa, debe solventar de una vez la compleja absorción de tráficos y usos cotidianos en un centro urbano que, gobierne quien gobierne, habrá de modificar su modelo de movilidad. Y lo que menos necesita ahora ese debate son engrudos electorales y carteles interesados.