Inocencio Arias
20:44 • 11 abr. 2012
A pesar del modesto éxito de la convocatoria, el eco encontrado por la huelga general en la prensa europea nos perjudica claramente. El espacio dedicado no ha sido excesivo pero las fotos de vandalismo en Barcelona han sido ampliamente reproducidas, todo ello en días en que nuestro país debía pasar exámenes ante la Comunidad Europea y cuando alguien, alarmantemente, había filtrado que España se encontraba al borde del rescate.
Esta noticia era falsa pero a los ojos de muchos observadores europeos, políticos, inversores, es decir de la gente que nos interesa, nos colocaba cerca de Grecia.
Algo poco recomendable para nuestra imagen en momentos en que necesitamos la ayuda y la comprensión de Europa y de la, para los sindicatos, "malvada" Bruselas. Que el periódico francés de centro izquierda "Le Monde" titule en primera "España preocupación de Europa" y que el británico de derechas Daily Telegraph nos dedique siete columnas dando a entender que en nuestro país lo peor no ha llegado aún no nos favorece.
Los medios europeos muestran comprensión hacia la figura y las medidas de Rajoy, alguno dice que puede que sean insuficientes. Sin embargo, no están seguros de que el gobierno tenga la tranquilidad y el tiempo para aplicarlas. Nos encontramos en una situación paradójica. Los sindicatos y bastante de nuestra izquierda opinan que Rajoy se lanza en una política antisocial, que sólo satisface a los banqueros etc… Muchos comentaristas europeos, sin embargo, estiman que la reforma puede no dar los resultados apetecidos por quedarse corta, porque el gobierno, a pesar del estado de gravedad del enfermo, no se atreve, por razones políticas, a suministrarle toda la medicina que necesita.
En los medios extranjeros hay asimismo una desconfianza patente hacia la conducta de las comunidades autónomas. Tanto hacia su seriedad para reducir su déficit como hacia la capacidad del gobierno central para meterlas en cintura.
Al hablar de los recortes que está implantando nuestro gobierno, un diplomático europeo acreditado en España me comentaba en días pasados que no hay un sector de la sociedad que entienda que la tijera tiene que llegar a su departamento. Decía, y creo que lleva bastante razón, que el español medio encuentra normal que, en la situación dramática que ha heredado el gobierno, se tomen serias medidas de ajuste pero que en cuanto esos recortes se anuncian para parcela su denuncia adquiere caracteres apocalípticos.
Es cierto. Todo el mundo cree que su actividad es vital y que si el gobierno la toca, entrando con la rebaja, no sólo está dando muestras de insolidaridad sino, por supuesto, de ceguera total. Un día son los investigadores que se indignan porque las autoridades vayan a reducir aún más el importante capítulo, "esencial para nuestro futuro", de la investigación y desarrollo. Otro día, son los representantes de la cultura que se irritan porque, dado el páramo cultural en que se encuentra España, se le ocurre ahora a los del PP reducir las subvenciones. Al día siguiente son las asociaciones de profesores que se quejan de que se reduzcan las contrataciones; simultáneamente los preocupados por nuestra acción exterior ven como el Ministerio de Exteriores sufre un corte de 52% de su presupuesto, probablemente el mayor experimentado por un departamento en la democracia y se rasgan las vestiduras por el encogimiento de la ayuda al desarrollo. No olvidemos los funcionarios pesarosos porque se les congela el salario.
La convicción general es la mencionada. Si hay que recortar que se haga, pero mi actividad es básica y benéfica, intocable. Mi diplomático europeo me resumía: Pero, ¿si en la situación en que está abocado su país hay que realizar ajustes por doquier y nadie acepta que le toquen a él cómo pueden ustedes salir adelante?
Esta noticia era falsa pero a los ojos de muchos observadores europeos, políticos, inversores, es decir de la gente que nos interesa, nos colocaba cerca de Grecia.
Algo poco recomendable para nuestra imagen en momentos en que necesitamos la ayuda y la comprensión de Europa y de la, para los sindicatos, "malvada" Bruselas. Que el periódico francés de centro izquierda "Le Monde" titule en primera "España preocupación de Europa" y que el británico de derechas Daily Telegraph nos dedique siete columnas dando a entender que en nuestro país lo peor no ha llegado aún no nos favorece.
Los medios europeos muestran comprensión hacia la figura y las medidas de Rajoy, alguno dice que puede que sean insuficientes. Sin embargo, no están seguros de que el gobierno tenga la tranquilidad y el tiempo para aplicarlas. Nos encontramos en una situación paradójica. Los sindicatos y bastante de nuestra izquierda opinan que Rajoy se lanza en una política antisocial, que sólo satisface a los banqueros etc… Muchos comentaristas europeos, sin embargo, estiman que la reforma puede no dar los resultados apetecidos por quedarse corta, porque el gobierno, a pesar del estado de gravedad del enfermo, no se atreve, por razones políticas, a suministrarle toda la medicina que necesita.
En los medios extranjeros hay asimismo una desconfianza patente hacia la conducta de las comunidades autónomas. Tanto hacia su seriedad para reducir su déficit como hacia la capacidad del gobierno central para meterlas en cintura.
Al hablar de los recortes que está implantando nuestro gobierno, un diplomático europeo acreditado en España me comentaba en días pasados que no hay un sector de la sociedad que entienda que la tijera tiene que llegar a su departamento. Decía, y creo que lleva bastante razón, que el español medio encuentra normal que, en la situación dramática que ha heredado el gobierno, se tomen serias medidas de ajuste pero que en cuanto esos recortes se anuncian para parcela su denuncia adquiere caracteres apocalípticos.
Es cierto. Todo el mundo cree que su actividad es vital y que si el gobierno la toca, entrando con la rebaja, no sólo está dando muestras de insolidaridad sino, por supuesto, de ceguera total. Un día son los investigadores que se indignan porque las autoridades vayan a reducir aún más el importante capítulo, "esencial para nuestro futuro", de la investigación y desarrollo. Otro día, son los representantes de la cultura que se irritan porque, dado el páramo cultural en que se encuentra España, se le ocurre ahora a los del PP reducir las subvenciones. Al día siguiente son las asociaciones de profesores que se quejan de que se reduzcan las contrataciones; simultáneamente los preocupados por nuestra acción exterior ven como el Ministerio de Exteriores sufre un corte de 52% de su presupuesto, probablemente el mayor experimentado por un departamento en la democracia y se rasgan las vestiduras por el encogimiento de la ayuda al desarrollo. No olvidemos los funcionarios pesarosos porque se les congela el salario.
La convicción general es la mencionada. Si hay que recortar que se haga, pero mi actividad es básica y benéfica, intocable. Mi diplomático europeo me resumía: Pero, ¿si en la situación en que está abocado su país hay que realizar ajustes por doquier y nadie acepta que le toquen a él cómo pueden ustedes salir adelante?
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