Linterna Verde y las ferias del libro

Tengo la firme voluntad de recuperar la ilusión por las ferias del libro, y como dice Linterna Verde, “la voluntad es más fuerte que el miedo”. Con la de filósofos que hablaron de la voluntad y el libre albedrío, y recurro a un superhéroe. 

No quiero enemistarme también con ellos, les tengo un gran respeto, porque cada uno llevamos uno dentro y tendríamos que dejarlo salir para dudar de todo, debatir y buscar nuevos senderos. Aunque, para mi propósito, debería impedir que el que patalea en mis entrañas hable por mí. Si lo recondujese hasta mi lóbulo frontal podría dejarlo expresarse sin meterme en líos.

Mi miedo es autocensurarme para evitar que un concejal, un pseudoeditor, o un gestor cultural me veten, o que sus secuaces se ofendan para no contrariar a sus dueños.

Si consigo engañarme con que el silencio no es un castigo, habré superado una de las dificultades para recuperar la ilusión por la literatura y las ferias. Y lo haré, Linterna Verde me guía.

Como voy en serio, he decidido no ir a ninguna feria, así no tendré que opinar. Nadie me echará de menos, incluso, algunos, susurrarán “tanta paz lleves,…”, pero quiero redimir mis pecados.

Lo malo es que el bocachanclas de mis entrañas me pregunta por qué no se puede decir que en las ferias de libro hay vetos, censuras, que el compadreo está por encima del ingenio, de la novedad, del sentido común, por qué el negocio somete a la cultura, por qué no se cambia de expertos enchufados que repiten el mismo modelo, por qué no se pide colaboración, a la gente que quiere hacerlo, por qué…

Como no tengo respuestas, y con la voluntad de recuperar la ilusión, lo miro orgulloso y resignado, mientras preparo la cicuta que borrará Al Alba, admirado Aute, sus preguntas para siempre, recordando, sin valor para reconocérselo, aquel parte firmado un primero de abril, que con un “cautivo y desarmado” terminaba una guerra, y nos sumía en 40 años de oscuridad.