La mayoría de objetos que nos rodean no son rectos o planos, al contrario, suelen presentar irregularidades. Encontramos en la naturaleza una estructura que la Matemática trata de modelizar mediante el denominado fractal, propuesto por el matemático Benoit Mandelbrot en 1975, cuya estructura se repite a diferentes escalas, esto es, por más que nos alejamos o acercamos al objeto, vemos la misma estructura, sin distinguir cambios de escala, lo que llamamos autosimilaridad.
Presentes en el comportamiento del mercado de valores, en el desarrollo de un cáncer, en el brócoli o en un caracol, pero me fascina observar imágenes aéreas de la armonía fractal del Parque natural de Doñana, hoy en peligro si Moreno Bonilla consigue poner en práctica su ley que permite tomar agua del Parque para regadío, a pesar de que Europa amenaza con sanciones.
Da igual desde dónde se mire el fractal de la derecha o su escala, de la parte de PP o de VOX, desde Andalucía o desde Madrid, su autosimilaridad es palpable, mismos postulados y finalidades, aferrarse al poder a toda costa en pro de los poderosos, con el deterioro del medioambiente, por un puñado de votos de regantes, o por negacionismo del cambio climático, como el vicepresidente de Castilla y León, quien ha dicho a alumnos de la ESO que cuestionen si el CO2 contamina.
Dijo Mandelbrot que “Con demasiada frecuencia, la importancia de un evento no se reconoce hasta que es demasiado tarde para un registro adecuado.”, y lo de Doñana lo reconoce Europa, lo viene denunciando el PSOE andaluz y el Gobierno de España, y falta que lo gritemos la gente en las calles y en las urnas para que no sea demasiado tarde.
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