El anuncio realizado hace unas semanas por el ministro Fernando Grande Marlaska de que en los planes del ministerio del Interior se contempla la creación de una comisaria de la Policía nacional en Roquetas y un cuartel de la Guardia Civil en Vícar satisface una urgente demanda, pero, vista la secuencia que le precede, desprende un inevitable perfume de política antigua, de esa vieja forma de hacer política que era, en definitiva, una forma política de no hacer nada.
Los años- los decenios, como señalaba con más insultante precisión Simón Ruiz en un artículo en este periódico- que llevan esperando estas dos actuaciones solo son superadas por las veces que los ministros del PP y PSOE lo han anunciado. La hemeroteca es cruel y, a veces, insospechadamente devastadora. Lean, si no, lo que sigue.
En su edición del sábado 30 de septiembre de 2006- 30 de septiembre de 2006, no lo olviden-, la Voz publicaba en la página 17 bajo el epígrafe de Roquetas de Mar un titular en el que se informaba que “La primera piedra de la comisaría de policía llegará tras los reyes” (Sic). En el cuerpo de la noticia se informaba que “así lo ha anunciado el subsecretario de Interior, Justo Zambrana, en su comparecencia en la comisión de Interior del Congreso de los Diputados en la mañana de ayer”. En los párrafos siguientes el entonces senador por el PSOE de Almería, Juan Manuel Peña, destacaba “la decisión del Gobierno así como su compromiso con nuestro pueblo con un proyecto que viene de años atrás”. Fin de la cita.
Han pasado 17 años,17, y aquella primera piedra que iban a traer los reyes magos todavía sigue en camino. Pero esa no es la única sorpresa que hoy, casi dos décadas después, podemos leer impresa para la historia en esa página: la noticia que acompañaba a esa información contenía la crónica de la conferencia sobre “Terrorismo y sociedad” que un ilustrísimo magistrado de la Audiencia Nacional había impartido ese mismo día en la escuela municipal de música de El Parador sobre la necesidad de la cooperación internacional contra el terrorismo y el texto iba ilustrado por una fotografía en la que puede contemplarse al alcalde Gabriel Amat saludando en su despacho y entregando un regalo al conferenciante. ¿Qué quién era el ilustre magistrado? Fernando Grande Marlaska. Sorpresas te da la vida y sobresaltos la hemeroteca.
Guarda en su memoria Paco Torregrosa, el mejor corresponsal local de los años del postfranquismo y la transición, que una mañana de los sesenta, mientras cubría la visita de un Gobernador Civil a un pueblo del Almanzora, escuchó cómo la entonces máxima autoridad de la provincia, tras atender con aparente atención al catálogo de peticiones que le hacía el alcalde, miró a su secretario y, con el tono autoritario que le otorgaba el cargo le ordenó:
-A éste, apúntale un puente.
-Pero si aquí no tenemos ni río, ni rambla, señor Gobernador- le respondió sorprendido el alcalde.
-Es lo mismo, apúntale un puente.
Han pasado sesenta años de aquella mañana y, a veces, parece que nada ha cambiado. La vieja política que nunca muere.
El anuncio de las nuevas instalaciones lo hizo el ministro Marlaska cuarenta y ocho horas antes de su participación en un acto preelectoral en Roquetas. ¿Casualidad o torpeza? En política nada es casual, todo es causal.
Los usos de la vieja política siguen vigentes o, en el mejor de los casos, se resisten a abandonar su protagonismo. ¿Es este anuncio una muestra de esa resistencia? El tiempo lo desvelará. Pero que nadie se ponga a salvo.
Después de asistir al cinismo obsceno con que el vicepresidente en el gobierno del PP y presidiario Rodrigo Rato anunció que el Euromed conectaría por tren Almería con Murcia en 2005 nadie, ningún partido- reitero: ningún partido- está libre de este descarado modo de hacer política. Rebusquen en los archivos de la memoria los años que llevan escuchando grandilocuentes declaraciones sobre el Puerto- Ciudad, la autovía del Almanzora, el mesón gitano o el Algarrobico, cuatro joyas de cómo, en Almería, el machadiano hoy es siempre todavía alcanza la eternidad.
Más allá de promesas incumplidas o declaraciones de ocasión, la realidad es que el crecimiento demográfico de la provincia- fundamentalmente en el poniente-, y la extremada complejidad social y urbana que ese crecimiento lleva aparejado, hace necesario y urgente la creación de esas y otras dotaciones que, a pesar de haber sido prometidas por los gobiernos del PP y del PSOE- insisto. Del PP y del PSOE-, no se han hecho.
Expertos tiene la seguridad ciudadana para diagnosticar las exigencias que la nueva sociología provincial demanda y aplicar las soluciones pertinentes. Roquetas, Vícar y otros municipios necesitan esas instalaciones y más medios para fortalecer los instrumentos de disuasión, prevención y lucha contra las actuaciones delictivas.
El crecimiento social, económico y demográfico tiene también una cara oculta que, por inevitable, debe ser contemplada desde la adopción de aquellas decisiones que, aunque no lo pueden evitar del todo, si, al menos, pueden dificultar su práctica y su expansión. A “los malos” – sí, los malos, vamos a dejarnos de eufemismos buenistas- hay que combatirlos con estrategias inteligentes que tienen en los recursos humanos y en la dotación de medios sus armas más eficaces.
Poner en duda la voluntad del gobierno y su ministro de que estas dos actuaciones se lleven a cabo es un juicio apriorístico de cuya certeza hay que huir, pero sobre la que hay que mantener la duda. La voluntad de hacer aquello que demanda la realidad es una cosa, y, otra, adoptar y concretar las decisiones que las hacen posibles. Y en ese cruce de caminos en el que está ahora Marlaska: revestir de cifras y fechas esa voluntad que lleva esperando más de veinte años.
Si lo hace habrá cumplido su palabra; si no, su voluntad y sus palabras quedarán reducidas a la consistencia de aquel puente construido sólo en la mente vacía de un gobernador civil falangista y estúpido.
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