El hotel de El Algarrobico en Carboneras vuelve a ser protagonista en medios de comunicación a nivel nacional. De nuevo, un grupo ecologista llamado Greenpeace – una potente fábrica de marketing también lo es – ha señalado al municipio del Levante almeriense por esa construcción en primera línea de playa.
En plena precampaña electoral, Greenpeace se ha atrevido a manipular, con las imágenes del secretario andaluz del PSOE, Juan Espadas, y del alcalde carbonero, José Luis Amérigo, un cartel político de los socialistas. No solo ha puesto los carteles en vallas de la capital almeriense sino también en la ciudad andaluza de Sevilla.
Pues no todo vale para defender los derechos medioambientales. Hay ciertas conductas que no deberían permitirse. Y la de colocar vallas falsas debería ser, por lo menos, amonestada. No se puede llamar la atención de los ciudadanos de esa forma.
Otra cosa es que lleven más o menos razón cuando denuncian que la justicia está actuando no de la forma diligente que ellos quisieran. También es verdad que transcurrieron meses y meses desde que comenzaron las obras del Algarrobico y hasta que no estaban casi finalizadas, nadie puso el grito en el cielo. Pasó por la zona una ministra llamada Cristina Narbona y desde entonces España entera conoció lo que allí se había construido.
¿Nadie había visto nada en todos esos meses en El Algarrobico? ¿Nadie había visto durante años y años las construcciones ilegales de viviendas en la comarca del Almanzora? ¿Nadie durante años se ha dado cuenta de la proliferación de pozos ilegales junto al Parque Nacional de Doñana? Me resisto a creer que haya tanta miopía. Por lo pronto, el hotel sigue en pie y las casas del Almanzora están amnistiadas. Y de los pozos de Doñana, mejor escribimos otro día. Queda un mes de campaña electoral de las municipales y después llegarán las generales. Todo se andará.
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