Nuestro obispo al más puro estilo Francisco

Hace ahora tres semanas que terminó la primera luna llena de primavera que anuncia la Pascua, nuestra Semana Santa. Este año de 2023, en todos los medios de comunicación, ha sido calificada como “histórica”. Pero, ¡ojo!, no nos confundamos, este calificativo se refiere a los índices de ocupación hotelera, consumo de tapas en los bares y número de turistas. Es decir, el indicador es económico y, en definitiva, referido a dinero -el dios de nuestro tiempo-.

Para nosotros, los cristianos, todas las Semanas Santas son igual de históricas ya que recordamos el hecho histórico de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret y celebramos su Resurrección de entre los muertos -el Jesús de la Vida-. 

“Jesús de la Vida” se nos manifiesta el domingo 30 de abril como el Buen Pastor y quiero diferenciar, usando el lenguaje campesino y pastoril con el que se dirigía a las personas de su época (eran agricultores y ganaderos), dos tipos de pastores que habitan entre nosotros.

Hay un pastor que va vestido de traje - léase ornamentos y demás ropajes medievales - y, desde el ordenador de su oficina, regula el agua, comida, peso, mercados, etc de los elementos del redil -en este caso, ovejas-. Oliendo a Yves Saint Laurent, conoce el número de ovejas, aunque no sus necesidades. Podríamos decir que es un pastor de las macrogranjas.

Pero hay otro tipo de pastor que se mezcla con ellas, se contamina de ellas y las conoce, a todas y cada una, por su nombre, así como sus anhelos y necesidades. A este pastor, que considero “evangélico”, es al que se refiere Jesús y, en su nombre, Francisco pidió a los sacerdotes y obispos que tengan “olor a oveja”.

Pues bien, esta Semana Santa, en la diócesis de Almería, además de las razones que indico arriba, ha sido también histórica porque a nuestro obispo Antonio se le ha visto envuelto en la gente, compartiendo sus alegrías y fracasos, indicando caminos de reflexión a la luz de Cristo y oliendo a oveja.

Por otro lado, el teólogo y ex jesuita José María Castillo, en su libro ‘La Iglesia y los derechos humanos’ expone de manera crítica el déficit democrático de nuestra Iglesia. y no le falta razón.

Esta situación de Estado autárquico y antidemocrático se está modificando en Roma - este miércoles firmó Francisco un decreto por el que se concede el voto en el Sínodo de los Obispos a mujeres y laicos-. Igualmente, en Almería, está aumentando de manera considerable la participación en órganos de decisión de mujeres y laicos.

En definitiva, hay un cambio de paradigma -lento, como todo lo de la Iglesia- en nuestra diócesis, pero en la dirección del Concilio Vaticano II, y al más puro estilo ‘Francisco’ y superando, por fin, a Trento y a todos los agoreros que impiden la puesta en marcha en la Iglesia de una renovación necesaria para este Siglo XXI.

Cuando el Papa Francisco muera, que ojalá sea muy tarde, y se cierren las puertas de la Capilla Sixtina con el Cónclave para elegir su sucesor, el Espíritu tocará a la puerta para asesorarles en la elección. 

No es probable que le dejen pasar. El Espíritu es una entidad esencialmente femenina en la concepción hebrea de la ‘Ruah’ - la palabra “espíritu” (Ruah) es femenino en hebreo -.

Habrá que estar atentos.