Orcas, políticos y Vinicius

Hay que tener cuidado con las etiquetas que ponemos porque pueden marcar, o marcarte, de por vida, y una vez etiquetado, clasificado, prejuzgado, señalado o cosificado, a ver quién es el desetiquetador que desetiqueta. 

Los políticos en esta campaña se han colgado las de comerciantes de votos, proxenetas de la democracia, o yonquis del poder, y sí que los metemos a todos en el mismo saco, porque en vez de enarbolar el “mee to” entonan el “anda que tú”. 

Vinicius, nos ha etiquetado, acusándonos de racistas, y se ha erigido en el salvador, y los apóstoles interesados gritan, amén. Pero los líderes sociales los elige el pueblo, no se autoimponen empujados por su egolatría, y con la sospecha de que buscan olvidar fracasos, y mejorar contratos con las marcas y el club.

Noble lucha, reivindicación  justa, y nos gustaría su éxito, pero terminará crucificado, vendido por 30 monedas de oro, porque en el mundo del futbol, los futbolistas son asalariados dependientes del azar, y las luchas sociales se las traen al fresco, y , como en la Dinamarca de Hamlet, algo huele a podrido.

De malas etiquetas las orcas son un gran ejemplo. Las llamamos ballenas asesinas, cuando ni son ballenas, ni son asesinas. Han vuelto las interacciones con los barcos en el Estrecho, y algunos se han apresurado a añadirle lo de vengativas o violentas, sin tener la menor idea de la causa de su comportamiento. Se habla de lecciones de caza de las madres, de juegos, de autodefensa por algún hecho traumático, incluso de moda pasajera, pero todo son hipótesis difíciles de demostrar. La única verdad es que terminará repercutiendo sobre la especie, porque por encima del medio ambiente, pondremos la economía y al ser humano.

Vinicius y los políticos deberían tener muy presentes las etiquetas a las orcas y recordar que ellas sí son las grandes depredadoras, y ellos, solo un bocado más para el sistema, que se relamerá con gusto cuando los devore.