Sabía que el PP iba a ganar en Almería -lo sabía hasta Joe Biden- y por eso, el domingo, en el Palacio de los Marqueses de Cabra, ante una legión de apoderados que me miraban perdonándome la vida, voté al PSOE. Solo por eso, por llevar la contra, voté a Adriana. En 1991 habría votado a Fernando Cabezón. Me atraen los perdedores. Desde niño. No lo puedo evitar. Me pasaba en los partidos callejeros: me gustaba ir con los que no sabían chutar a puerta. Quizá es porque automatizo que quien gana, se fanfarronea. Y, desde el colegio, no me gustan los fanfarrones. Tod@s los que ganan, al día siguiente, dicen lo mismo, sin que nadie les pregunte: “Voy a gobernar para todos”, “voy a tender puentes”, “mi puerta siempre estará abierta”.
Pero eso no es verdad. Nunca lo ha sido. Ni siquiera Sancho le hizo caso a su amo cuando le dijo: “Llaneza, muchacho, no te encumbres”. Me gusta la alternancia. Por higiene democrática no debe ser bueno llevar tantos años decidiendo cosas (nuestras cosas). Son 24 años ya, por ahora, los que van a encadenar los herederos de Alianza Popular. Fueron 16, los que enlazaron Santiago y Fernando hace ya algún tiempo. No, eso no debe ser bueno para nadie. Ni para ellos. Son 225 millones de presupuesto -el presupuesto de nuestras costillas- los que tiene que gestionar el nuevo Gobierno. Porque un partido, al fin y al cabo, es como una empresa, con su balance de situación, con su activo y su pasivo, con su debe y su haber. Y ahí, el PP golea, lleva años goleando: tiene todos los medios a su alcance, va a la guerra con fuego de mortero, el PSOE, con tirachinas. El PP se desprende sin complejos de los que ya no están; al PSOE le cuesta más, parece que siempre tiene que sobrevolarle un tutor. El PSOE se pelea y se ve. El PP se pelea, pero no se ve. A la gente no le gusta que los políticos se peleen. En realidad, a una nada despreciable cifra de almerienses no hooligans, ni con intereses laborales en ninguna sigla, les importa una higa quién haya ganado las elecciones. Lo que de verdad les afecta es pagar 300 euros más de hipoteca porque ha subido el Euribor.
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