Hasta el pasado lunes no creía que fuera malo, ahora estoy convencido de que es malvado. El Joker sin maquillar, el Doctor No en un seminario de ‘mindfullness’ o Hannibal Lecter con mucha hambre…todos estos juntos no llegan a sumar la maldad que hay detrás de fechar unas elecciones generales en plenas vacaciones. Votar el 23 de julio no es el plan que teníamos millones de españoles con la suerte, recompensa o privilegio de un periodo de descanso estival. O Pedro Sánchez nos quiere fastidiar vengativamente por el resultado de las municipales o nos prefiere lejos de las urnas, o ambas cosas. La suya es una maquinación propia de Darth Vader sin Ventolín.
Lo escuché el lunes y no daba crédito: “Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta…”. Ni asume nada ni eran necesarias elecciones antes de diciembre, ¿desde cuándo un gobernante tiene que “responder” a unos resultados salidos de las urnas? Tú querrás decir y no te atreviste: “¡A ver si tenéis huevos de dejar la sombrilla a la orilla de la playa e ir a votar otra vez contra mí!” Lo dice con todo descaro y cinismo. No le importa ni su país ni su partido –lo saben bien todos los cargos locales socialistas que se van por su culpa-. Con la convocatoria electoral anula los trámites de decenas de leyes de causas con las que desde hoy se le llenará la boca. Y encima la arenga de ayer en el Congreso. Su pulsión psicopática por el poder coloca a este personaje en el panteón de los malvados, pero en el sector bufo y torpe, junto al Doctor Maligno, el Capitán Garfio o El Coyote. Y como Pierre Nodoyuna, porque no entiende que una mayoría de españoles vamos a echarlo democráticamente, y entre ellos más de un millón de votantes del PSOE que él enterró.
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