Carta a Julio César

“No me lo ha dicho nadie, fui testigo presencial”

José Luis Masegosa
22:58 • 04 jun. 2023

Querido Julio César: Disculpa que te importune en este inicio de semana, en el que te deseo recuperado  de la carrera  que protagonizaste el pasado sábado por varias calles del centro de Granada, durante el desfile central del Día de las Fuerzas Armadas, toda una demostración -160 pasos por minuto- de la excelente forma física que derrochas, pese a tu juvenil apariencia. Desconozco si en tu familiar morada -¿tal vez en la base de Viator?- te ha llegado el eco mediático de los aplausos y vítores que el respetable rindió a tu paso por el recorrido que compartiste con los caballeros y damas de tu bandera. No me lo ha dicho nadie, fui testigo presencial de que entre tanto músculo militar  el anuncio de tu asistencia, con ese paso saltarín, en ocasiones algo forzado, disparó la adrenalina de los pacientes espectadores, quienes, como si de una aparición sobrenatural  se tratase, se rindieron ante tu esperada presencia y tronaron los ensordecedores aplausos  de admiración sinfín. 



Estimado macho cabrío, más que cabra enana del norte de África –como te presentaron por el servicio de megafonía del desfile- sé que no eres una cabra cualquiera, sino una cabra de la Legión, que has tenido muchos congéneres y otros hermanos del reino animal que han ocupado la posición preeminente de la que hoy gozas. Sé, si me lo permites, que tu presencia, como la de tus antecesores, en estos menesteres de la milicia es causa de cierta controversia, al igual que la de cualquier otro hermano/a animal, puesto que  no faltan quienes demandan la prohibición de vuestra participación como “mascotas”. Dada la histórica vinculación entre tu especie y la del estamento legionario, supongo que la referida exigencia no tiene visos de ser complacida, pues imagínate que, con el debido respeto y salvadas las distancia, hubiera quien reclamara la desvinculación de la Legión con el Cristo de la Buena Muerte. Yo sé que tú me entiendes, por eso  me permito sugerir que que en próximas ocasiones, cuando desfiles, toquen tu cabeza con un chapiri más acorde con las dimensiones de tu cráneo, y que alguna vez te desaten de ese hilo transparente con el que te conduce tu caballero cuidador. En todo caso, como vimos el pasado sábado, tú trotarás ajena a todo lo que simbolizas para unos y otros.









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