Fermín Bocos
22:30 • 18 abr. 2012
En el retablo de la política nacional los sustos por recortes se cuentan por días. El último lleva el membrete del Ministerio de Sanidad. Si las comunidades autónomas no rechazan la iniciativa, los pensionistas pagarán el 10 por ciento de los medicamentos y el resto de los usuarios del sistema tendremos que pagar el 50, en lugar del 40 actual. En lo que afecta a los pensionistas con enfermedades crónicas, si durante noventa días seguidos gastan en medicamentos más de diez euros al mes, la Tesorería de la Seguridad Social les devolvería el dinero abonado. No queda aquí la cosa, en el ministerio de la señora Mato, también barajan la idea de cobrar hasta un 60 por ciento del precio de los medicamentos a quienes tengan rentas anuales de más de cien mil euros. Este último incremento completaría la panoplia de reformas que pretenden introducir el mal llamado "copago". Lo apropiado sería hablar de repago, puesto que todos los afiliados a la S.S. pagamos ya la correspondiente cuota.
A lo largo y ancho de la campaña electoral, el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, negó que tuviera intención de implantar el repago sanitario. Más aún, cuando Ramón Luis Valcárcel, presidente de Murcia, se mostró partidario de estudiar dicha medida, fue desautorizado por sus compañeros en la dirección de partido. Entre otros, si no recuerdo mal, por la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. Su decir de entonces parecía sincero. Sus aclaraciones de ahora o la explicación del ministro de Industria, Soria, justificando el cambio y la medida en razón del agujero dejado por Zapatero, remiten al registro de lo que en Francia llaman "lengua de madera". ¡Que razón tenía Tierno Galván cuando decía, con la lucidez y el cinismo que le caracterizaba, que las promesas electorales se hacían para no cumplirlas!
A lo largo y ancho de la campaña electoral, el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, negó que tuviera intención de implantar el repago sanitario. Más aún, cuando Ramón Luis Valcárcel, presidente de Murcia, se mostró partidario de estudiar dicha medida, fue desautorizado por sus compañeros en la dirección de partido. Entre otros, si no recuerdo mal, por la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. Su decir de entonces parecía sincero. Sus aclaraciones de ahora o la explicación del ministro de Industria, Soria, justificando el cambio y la medida en razón del agujero dejado por Zapatero, remiten al registro de lo que en Francia llaman "lengua de madera". ¡Que razón tenía Tierno Galván cuando decía, con la lucidez y el cinismo que le caracterizaba, que las promesas electorales se hacían para no cumplirlas!
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