La tan traída y llevada, cansina y en tantos casos falseada “Memoria Histórica”, me da pie para recordar hoy algo que a algunos no les interesa saber o que sabiéndolo intentan ignorar y que muchos lo ignoren como son datos fidedignos y laudables de nuestra Historia. El motivo del recuerdo es que en este año se cumple el quinto centenario de la muerte de Diego de Deza y Tavera (1523) nacido en Toro (Zamora) de familia acomodada y a la que pertenecieron arzobispos y obispos entre otros personajes. Diego optó por la vida religiosa ingresando a los 16 años en el entonces famoso convento de San Ildefonso de su ciudad natal. Dicho convento de cuyos resto no queda prácticamente nada por culpa de la malicia de los tiempos y la desidia humana, era obra del mecenazgo y esplendidez de la reina María de Molina quien lo fundó en el último tercio del s. XIII. Fue morada y enterramiento de reyes y personajes ilustres, entre ellos varios de la familia Deza-Tavera y en él dio a luz la reina Catalina de Lancaster a su hijo Juan II en 1405, padre de Isabel la Católica. El joven Diego ingresó en el convento de San Ildefonso atraído principalmente por la religiosidad de vida de sus moradores y el cultivo de las ciencias que él se vivían, dos pasiones que el futuro prócer nunca abandonaría.
Inteligente y aplicado fue enviado a Salamanca para estudiar en su Alma mater y vivir en el famoso convento de San Esteban. De la Universidad llegaría a ser excelente profesor y de su convento digno y apreciado prior, pero ambas dedicaciones no duraron mucho, pues el destino le tenía reservado otros caminos y menesteres. En 1480, en una de sus visitas a Salamanca, los Reyes Católicos quedaron gratamente impresionados de la vida y la ciencia del padre Deza, y en otra visita en 1485 lo eligieron para Preceptor o Maestro del malogrado príncipe don Juan, único varón de los Reyes, Príncipe quien a pesar de los cuidados de Deza moriría “de amores…” muy joven en los brazos de su Preceptor. En agradecimiento a aquella alta y delicada misión y sin duda por la valía personal de Deza, quien también fue confesor y consejero real, fue debido a que fuera escalando altos e importantes cargos tanto eclesiásticos como políticos que desempeñó durante el reinado de los Reyes Católicos y de Carlos V. Fue obispo sucesivamente de importantes diócesis, arzobispo de la Hispalense, Inquisidor general y electo para la Toledana, de la que no pudo tomar posesión, pues falleció el 9 de junio de 1523.
Pero seguramente su mayor gloria y por la que más debería ser recordado es por su protagonismo en el descubrimiento del Nuevo Mundo a raíz de su encuentro con Cristóbal Colón. Para entenderlo mejor conviene fijarse en el ambiente intelectual y de la renovación religiosa que por entonces se vivía en el convento salmantino de San Esteban, y de cuyos excelentes profesores se nutría la Universidad salmantina. Tanto en el convento como en la Universidad no se enseñaba sólo Teología o Derecho Canónico sino todas las ciencias conocidas por entonces. Fue esta amplitud de miras y de conocimientos lo que hizo a Colón aterrizar en Salamanca y exponer su grandioso plan. Dejando a la Historia su veredicto completo y final, son muchos los historiadores españoles (Las Casas, Remesal, Sánchez Moguel, Bernardo Dorado, Consuelo Varela, entre otros) y extranjeros (Mandonnet, W. Irving, W. H. Prescot, etc.) los que hacen ciertos los encuentros y conversaciones entre Deza y Colón, y que el primero fue sostenedor incansable del segundo ante los Reyes Católicos, la Universidad salmantina y el Convento de San Esteban. Para confirmarlo ahí está el testimonio de cronistas como Antonio de Remesal en su Historia general de la Provincia…de Chiapa y Guatemala…en la que se plasma una tradición que nunca fue desmentida por los censores que revisaron su obra antes de ser publicada en Madrid en 1619. Leamos: Para persuadir de su intento a los Reyes de Castilla… Colón vino a Salamanca a comunicar sus razones con los maestros de astrología y cosmología que leían estas facultades en la Universidad… y en solo los frailes de San Esteban halló atención y acogida. En el convento se hacían las Juntas [conversaciones o conferencias]. Y entre todos tomó más a su cargo el favorecerle y acreditarle ante los Reyes…el maestro fray Diego de Deza. El famoso padre Las Casas, Obispo de Chiapas, tampoco se queda corto cuando reconoce que En carta escripta de su mano [de C. Colón] vide que decía al Rey que el susodicho… arzobispo de Sevilla Fray Diego de Deza y su camarero Juan Cabrero habían sido la causa de que los reyes tuviesen las Indias…e muchos años antes que lo viese yo escripto de la letra del almirante Colon, había oído decir que el arzobispo de Sevilla y su camarero se gloriaban que habían sido la causa de que los reyes aceptasen dicha empresa y descubrimiento de las Indias… (Cf. Historia de las Indias, BAE, t. 95. 110-111). Y si ésos y otros testimonios supieran a poco, vengamos al del mismo Almirante en carta a su hijo Diego Colón desde Sevilla el 21 de diciembre de 1504: Es de trabajar de saber si la Reina (Isabel la Católica había muerto el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo] dexó dicho algo en testamento, y si es de dar priesa al Señor Obispo de Palencia [siempre se refiere así al hablar del padre Deza] el que fue causa que sus Altezas oviesen las Indias y que yo quedase en Castilla, que ya estaba yo de camino para fuera”. (En Consuelo Varela, Cristóbal Colón. Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, Cartas y Memoriales. Madrid, 1982.
Para no alargarnos digamos someramente algo de su labor episcopal y pastoral, que no pudo realizar a pleno pulmón a causa de sus altos cargos en la Corte. Fue obispo de varias diócesis y desde la distancia se preocupó lo que pudo de todas ellas restaurando templos, siendo caritativo, elevando el nivel intelectual y moral del clero, haciendo fundaciones, convocando Sínodos diocesanos y publicando sus Actas. Pero no hay duda que donde mayor y mejor huella dejó fue en Sevilla, arzobispado al que fue promovido en diciembre de 1504, una vez liberado de su cargo de Inquisidor general. En Sevilla fundó y dotó el Colegio de Sto. Tomás, Centro superior de Estudios similar al de San Esteban de Salamanca y al de San Gregorio de Valladolid. Como arzobispo de Sevilla, Deza era el Metropolitano de varias diócesis andaluzas, de la de Canarias y de varias más en el Nuevo Mundo erigidas por el papa Julio II gracias a las gestiones de nuestro arzobispo. Es éste un dato que recalca “el americanismo” de nuestro personaje y su preocupación por la erección de diócesis y la evangelización de los naturales indígenas. En Sevilla hizo a su costa importantes obras en la catedral, reunió Sínodo en 1512, dio Estatutos al Cabildo catedral, visitó con frecuencia su dilatada diócesis, se preocupó de la conversión de moriscos y se fue ganando cada vez más el título de “padre de los pobres”. Profundo teólogo todavía no estudiado a fondo, fue puente entre finales del siglo XV y la Edad de Oro de la Teología Española del siglo XVI, destacando entre sus escritos Novarum Defensionum, conocidas también como Comentarios hispalenses. Cargado de méritos y de años no pudo tomar posesión de la Iglesia primada de Toledo para la cual el emperador Carlos V lo había propuesto al papa Adriano VI. A los 80 años acabó su vida en el monasterio sevillano de san Jerónimo de Buenavista el 9 de junio de 1523.
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