El caballito de plomo

Falta cultura marina, no vivir de espaldas al mar, y comprometernos en la conservación de los océanos. Por eso hago una propuesta, que servirá para entretenerse con sus hijos y tener un tema de conversación en verano.

Nos sumamos al Proyecto Plumbum de la Asociación Hippocampus. El objetivo es recoger los plomos perdidos. Están colocando contenedores en clubs de buceo, y otros colaboradores, para reutilizarlos y reciclarlos.

Nació por el estudio que, buzos voluntarios, hacían sobre el caballito de mar en el mar Menor. Desde 2006, lo han visto desaparecer, casi hasta la extinción, por los problemas relacionados con la agricultura intensiva y la contaminación de acuíferos. El de los plomos es un impacto insignificante comparado con estos.

Es un metal pesado, abundante, barato, fácil de extraer y fundir, flexible, resistente e inelástico. Por eso se ha utilizado para multitud de usos a lo largo de la historia. Lo comparan con el plástico, por su versatilidad y los avances propiciados. Pero también es muy contaminante, para el planeta, y la salud.

El envenenamiento por plomo se conoce como Saturnismo, y ahora sabemos que causó enfermedades y la muerte de muchos pintores como Goya, y algunos autores, lo relacionan con la decadencia del imperio romano. Cosas de la ciencia.

El caso es que la caza y la pesca, generan mucho plomo en la naturaleza. Las sales, generadas por su fácil oxidación, contaminan ecosistemas, plantas y animales. Por ingestión y bioacumulación, pasan de una generación, y especie, a otra, y terminan en tu plato.

Por eso, si coges las gafas de bucear, sé consciente de estos problemas, ayuda a minimizar los impactos y difunde. Y puestos a proponer, relee El soldadito de plomo, porque, sin ser su objetivo, nos enseña que los mares nacen en las ciudades y los peces se lo tragan todo. Espero que nunca encuentres un caballito de plomo en su estómago, aunque quizás sea la única manera de abrir los ojos.