Prudencia, señor Echániz

Prudencia, señor Echániz

Luis del Val
23:25 • 19 abr. 2012
José Ignacio Echániz posee un brillante historial académico y lleva una esplendorosa carrera política dentro del Partido Popular. A lo mejor es que hace tiempo que no se da una vuelta por los baretos de Guadalajara, esos cafés humildes donde los viejos echan la partida, y por eso ha dicho que el pago de las recetas son cuatro cafés. Lo que irrita de los políticos no es que tomen las medidas incómodas, sino que nos las intenten explicar como si un fino reguero de baba cayera de la comisura de nuestros labios hacia la barbilla, inequívoco síntoma de que tenemos alguna conexión neuronal atrofiada.
Suponemos que el gobierno del PP no se reúne para discurrir de qué manera les puede joder la vida a los españoles, y que les gustaría anunciar que va a haber diez alumnos por clase en la enseñanza pública, y a los enfermos se les trasladará en limusina a su casa, cuando sean dados de alta en el hospital. Ya sabemos que eso es imposible y, además, hay que tomar medidas impopulares para tratar de arreglar el desaguisado, pero no se nos vengan arriba, por muchos posgrados y másteres que hayan hecho en Estados Unidos, porque para un jubilata de Guadalajara pagar recetas es un sacrificio. Al señor Echániz le pasa como a Esperanza Aguirre, que ha subido el precio del metro y dice que no, o como a esa secretaria de Estado que niega las previsiones del Fondo Monetario Internacional y dice que el FMI se equivoca, que es exactamente lo mismo que decía Elena Salgado, marquesa de los Brotes Verdes y una de las mayores mentirosas del Reino, que por mentir, mintió hasta el minuto final sobre el déficit.
Tenemos ya una gran disposición a que el Gobierno nos fastidie hoy un poco menos que mañana, pero, por favor, no añadan a la desazón razonamientos estultos y comparaciones odiosas, porque lograrán que les aborrezcamos. Los españoles les han votado, pero eso no quiere decir que les tengamos que soportar también las ocurrencias dialécticas. Si somos inteligentes a la hora de votar no nos tomen por imbéciles a la hora de las justificaciones que, por cierto, nadie ha pedido.






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