Afrontar la jindama

Hasta hace poco, el número uno de la lista del PSOE por Almería a las generales, Antonio Hernando, trabajaba para la empresa consultora del inolvidable exministro Pepiño Blanco, que se dedica -tal como explican ellos mismos- “a afrontar proactivamente el contexto social, político y económico en España, Europa y Latinoamérica”, o lo que sea eso. Tras un sonoro desencuentro político y personal con el presidente Pedro Sánchez, Hernando había cambiado la tensión de la portavocía del PSOE por el relajado tráfico de susurros, residiendo felizmente en Almería con su familia hasta que la llamada de la vieja amistad le empujó a volver a primera línea. Pero las retiradas ya no son lo que eran. Una noche en el teatro de Isla Cristina, la gran Concha Piquer notó que no había cantado como solía y escribió con pintalabios en el espejo del camerino “La Piquer no canta más.” Y ahí finalizó su carrera. Sin embargo hay otros que, como Hernando, amagan con irse pero vuelven. El gran Antoñete se retiró definitivamente de los ruedos tres o cuatro veces y ahí tienen al joven Miguel Ríos patentando su fórmula de la  retirada fija-discontinua. Pero no nos desviemos. Antonio Hernando ha vuelto para volver a decir lo mismo que, antes que él, ya dijeron los grandes popes del socialismo almeriense: “la derecha quiere quitar las pensiones a los jubilados”. Y es verdad que muchos jubilados de cuando antes han tenido que afrontar el inevitable hecho biológico y no pueden salir a decir que aquello era una milonga del PSOE, pero lo que sí podemos decir al señor Hernando es que por muy proactiva que sea su gestión de la jindama de los viejos, la clave no es la pedrea que suben a las pensiones, sino la tremenda disminución de su poder adquisitivo. Eso sí, Hernando podrá decir lo mismo que ese lucero del alba de la economía europea, la ministra Chiqui Montero, que  aseguró que las pensiones son para los hijos y los nietos porque en realidad los jubilados no las quieren para ellos.