Tatuajes

La calor desnuda a medio país, en tanto que la otra mitad queda a cubierto. La calor desviste ropajes y vestimentas y muestra encantos y desencantos. La calor abre los postigos de la piel y exhibe los infinitos mapas epidérmicos que cada vez, parece, tienen menos de epidermis y más de química artificial, la de la tinta y sus derivados. La calor hace de España un tatuaje. España es hoy, más que nunca, un tatuaje diverso y caprichoso porque parece que muy pocos congéneres escapan a este creciente hábito de arroparse con unas líneas, unos puntos, acaso unas estrellas, el universo mismo y toda especie de ejemplares de los reinos animal y vegetal que, con permiso de aquel “Amor de madre”, simplemente “Amor”, el nombre de mujer o el doliente rostro de Cristo coronado de espinas de los aguerridos caballeros de la Legión, deambulan por doquier como una forma de realce, como un medio de mejorar el lienzo humano que cada cual goza/padece, como una coraza, un símbolo protector o un amuleto de la buena suerte.

En contra de mi personal creencia, la incorporación al reino de los tatuados no resulta un trance liviano, ya que el grabado con tinta es doloroso; y me lo ratifica una entrañable y singular tatuada que habita su costado derecho bajo la protección de la divinidad de la Pachamama, la madre Tierra que se concentra en manantiales, vertientes, o apachetas. Y es que, tal vez, no exista mayor generosidad en los humanos que la de proteger con su propia piel imágenes, nombres, símbolos, mensajes y leyendas a los que confiamos nuestra vida. Tal vez por ello, España es un tatuaje que honra la memoria de doña Concha Piquer y brinda a la copla que mejor ha retratado una historia de amor y el dibujo en la piel: “Mira tu nombre tatuado/En la caricia de mi piel/A fuego lento lo he marcado/Y para siempre iré con él/Quizá ya tú me has olvidado/En cambio, yo no te olvidé/Y hasta que no te haya encontrado/Sin descansar te buscaré”, como hay quien busca afianzar su vida y su amor en ese otro tatuaje sin tinta, tan intenso como invisible, tan azul como la infancia, tan cristalino como el sol en la fontana, el tatuaje de los sentimientos…si te lo encuentras, dile que yo muero por él.