‘AlmeriPARR’ en el Centro Andaluz de la Fotografía

En esta gran exposición del CAF encontraremos icónicas imágenes

El CAF acoge la antológica ‘Martin Parr: AlmeriPARR’ hasta el 15 de octubre.
El CAF acoge la antológica ‘Martin Parr: AlmeriPARR’ hasta el 15 de octubre.
Ramón Crespo
09:00 • 09 ago. 2023

Iba con dudas a la exposición de Martin Parr en el Centro Andaluz de la Fotografía y no me pregunten por qué. La tarde no ayudaba demasiado con un viento de levante que obliga en Almería a dejar las visitas para después. Y eso que intentaba buscar la gracia de una sombra, o la protección de algún árbol viudo, mientras juraba a cada paso contra los negacionistas que aún descreen del cambio climático. Y como el caminar se hacía más lento me dio tiempo de repasar las veces que el nombre de Martin Parr se había cruzado en conversaciones informales, las veces que Carlos Pérez Siquier lo había mencionado por uno u otro motivo pero siempre con admiración



Al entrar en el antiguo edificio del Liceo dejé atrás no solo la flama de la calle sino cualquier recelo de lo que allí dentro pudiera suceder. La belleza del lugar me transportó al interior de las imágenes en blanco y negro de ‘Los Inconformistas’, la primera serie de Martin Parr donde ya se reconoce la mirada entre satírica e irónica del británico en sus fotografías del Yorkshire de los años 70. Desde feligreses en el interior de iglesias metodistas o baptistas, cuya fe les permite compartir liturgia y alimentos, hasta un variado muestrario de historias de lo cotidiano en peluquerías itinerantes, concursos de belleza, comidas vecinales celebradas al aire libre… en fin, trozos de vida atrapados por el ojo de la cámara que son testimonio documental de una sociedad y una época. Con ‘Bad Weather’, su otra serie en blanco y negro, sentí una sensación de atmósfera opaca sobre lugares y personas, tal vez por la redundancia de la nieve, la lluvia, o una niebla fosca y oprimente. Nunca estamos conformes con el tiempo, me dije. Pero Martin Parr pudo también sentir eso, quizás fue la necesidad de más luz, del color para liberar la alquimia de otra realidad, más cercana al deseo de una nueva clase media, a la que él  pertenecía, y que anhelaba el ocio, ese “dolce far niente” y el derecho a soñar. Para un joven fotógrafo nada purista que miraba de reojo a sus maestros  y sentía las  averías creativas de la vieja fotografía, el uso del color podía en sus manos ser un revulsivo para desarrollar mil y una fantasías.



Sorprendiendo



Y así fue. Aún hoy, casi cuarenta años después, las fotografías de ‘The last resort’ (1986) nos siguen sorprendiendo. Parr intuyó la importancia que el ocio, léase turismo, iba a tener en nuestras sociedades, y sobre todo descubrió que ahí estaba la expresión que mejor define lo que somos, “mucho mejor que el trabajo o la familia”.   



Se ha dicho que la mirada de Parr es a veces burlesca y su humor desconsiderado, hiriente, pero en su acercamiento a lo cotidiano está una convicción de no enmascarar la vida, de despojar de retórica la acción del fotógrafo, me atrevería a decir la del artista. La crítica cuestionó aquella mirada que no escatimaba en tomas incómodas, no siempre edificantes de gentes desenfadas en sus vestimentas, y en su disfrute, en eso que llamamos consumismo, y en el poco glamour de muchas de sus imágenes capturadas con la malicia del joven travieso como tantas veces se ha sentido Martin Parr con su máquina de retratar el mundo. 



Clausurado ese último recurso, creo que Martin Parr anhelaba reinventarse una vez más y lo consiguió con ‘Small Word’, una serie que consagra su nombre internacionalmente. Egipto, Japón, Suiza, Grecia, Italia, Estados Unidos; países, ciudades, monumentos que simbolizan el sueño de nuestra época: el viaje, y detrás una industria que trafica con deseos efímeros a un precio demasiado tentador para muchos. La dicha de conquistar aquello tan lejano, y por ello misterioso, al alcance de cualquier ciudadano del mundo occidental, incluido la China.  







Icónicas imágenes

Martin Parr se apropia de ese sentimiento colectivo de dicha, y certifica su validez democrática, al menos temporalmente. La afición, que llega a ser obsesión, por retratar y retratarse para así justificar la veracidad del viaje ante los otros, pero también ante uno mismo, a poco que pasen los años. En esta gran exposición del Centro Andaluz de la Fotografía el visitante encontrará icónicas imágenes de ese modo nuestro de vivir, más allá del país, la lengua o la cultura que sea.


En el año 2014, Martin Parr publica ‘Life’s a beach’, libro muchas veces revisitado por varias generaciones de fotógrafos, de jóvenes y no tan jóvenes. Al ver en el Centro Andaluz de la Fotografía algunas de esas imágenes era imposible no recordar las de Carlos Pérez Siquier. La playa como laboratorio de creación, una veta interminable de inspiración para ambos. Las coincidencias sorprenden por la curiosa comunión entre artistas tan diferentes, curiosa coincidencia, me digo. Y sonrío recordando uno de los autorretratos de Martin Parr, incluido en esta ‘AlmeriParr’, que muchos calificarán de kitsch, o de friki, con el fotógrafo posando, camisa floreada, custodiado por sendos floreros y entre cortinajes. Mirando ese autorretrato me acordé de la elegancia natural de Carlos, de su porte, su voz, sus silencios, de lo mucho que compartimos y la gran ausencia que dejó en esta ciudad, tan necesitada de genio, elegancia, discreción y mesura, y tan huérfana de su mirada. Y de nuevo recordé a Carlos Pérez Siquier, y no me pregunten por qué. 


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