Salvemos la Feria

Que la Feria de Almería ha perdido esplendor y ha dejado de ser atractiva para los almerienses es una realidad incontestable. Comenzó con  la concentración en el barrio de La Goleta de miles de personas para asistir al primer sábado de Feria, al partido del Almería contra el Real Madrid y a los conciertos del Cooltural Fest que se prolongaron hasta las claras del día, algo completamente inaceptable en un lugar donde residen cientos de familias. Una tormenta perfecta, perfectamente previsible.

El exceso de ruido y los problemas de acceso al recinto ferial, sin duda, han disuadido a muchos almerienses de asistir: los autobuses pasaban por las paradas sin detenerse y los aparcamientos sólo han contribuido a colapsar de vehículos el barrio. El nivel de decibelios, especialmente, en la Caseta Municipal, ha sido nuevamente insoportable. Y, además, el PP ha persistido en su error de mezclar las atracciones infantiles con las zonas de restauración, lo que ha hecho verdaderamente insoportable sentarse a la mesa para compartir con los amigos o la familia el tradicional pincho de Feria. Todo ello, sumado a los altos precios del suelo, ha impedido que los colectivos sociales hayan tenido presencia en la Feria de la Noche y ha reducido hasta lo impensable el número de atracciones y casetas.

¿Y qué decir del centro? ¿Dónde estaban los farolillos, los prometidos toldos o la iluminación? ¿Por qué no se ha hecho extensiva la Feria a los barrios? ¿Nadie va a pedir disculpas por la pobre  Batalla de Flores? 

Una Feria sin mimo, sin participación, sin compromiso, de trámite, que ha perdido todo contacto con la sociedad. La alcaldesa tiene un año para buscar soluciones imaginativas a los viejos problemas que ha generado su partido durante estos últimos 20 años. Y las propuestas socialistas para salvar la Feria ya las tiene sobre la mesa: controlar el exceso de ruido, mejorar la movilidad, engalanar el centro, multiplicar las zonas sombra y conseguir que llegue a todos los barrios, entre otras.