Fue una noche en el invierno de 1988. El empresario Fernando Berruezo organizó una tertulia en aquella radio artesanal que comenzó llamándose Radio Paleta y acabó siendo radio Almanzora para hablar sobre la futura autovía que debería unir Baza con Huércal Overa. En aquel estudio casi arcaico y bajo la dirección de José Antonio Fuentes coincidimos con algunos políticos del PSOE y AP, Paco Cosentino, como presidente de la Asociación de Empresarios del Mármol, y yo, recién llegado a la dirección de La Voz. Fue un programa intenso en la pasión y denso en los argumentos. El PSOE había decidido que la conexión de la A92 con Murcia se hiciera por Los Vélez y no por el Almanzora, como a mediados de esa década había prometido el entonces consejero Jaime Montaner, al que los empresarios de la comarca habían premiado en 1985 por defender esa opción. Después de dos horas de opiniones contrapuestas en las que llegó a argumentarse que la construcción de una autovía aislaría a los municipios mientras que el diseño de una redia aumentaría su interconexión (la falsedad del argumento era insultante, pero el localismo de campanario nunca ha tenido de compañera a la inteligencia), los miles de oyentes que aquella noche de transistores estuvieron pendientes de la radio se fueron a la cama con la convicción de que la A92 nunca uniría a los municipios del valle porque, una vez más, la política se imponía a la razón.
Nunca hemos sabido la verdad de aquella decisión política tan llena de torpeza. Si el motivo que la provocó fue el menor coste de las obras del trazado, la desconfianza que siempre desunió- ¡y a qué coste tan alto!- a los socialistas de Almería con los que dirigían el gobierno de la Junta, la animadversión con que la Asempal de entonces trataba a la asociación del mármol o la desorientación de aquel partido fraguista que ni estaba ni se le esperaba. Lo cierto es que a los ciudadanos del Almanzora se les arrebató la posibilidad de contar con una autovía que les condujera a la modernidad.
Han pasado más de treinta años desde aquella noche de radio y reivindicaciones frustradas y mañana el presidente de la Junta inaugura dos nuevos tramos que unirán lo ya construido con la A7. Más de tres décadas en las que solo se transita por autovía en 30 de los casi cien kilómetros que separan Baza de Overa.
Los errores en el diseño de las infraestructuras tienen un coste mucho más alto que lo que cuesta construirlas y adoptar una decisión equivocada se acaba pagando en decenios de atrasos. Jose Antonio Fuentes, el conductor de aquel debate especial lo recuerda con la nitidez de quien lo vivió como su primer bautismo de fuego profesional cuando señala que en aquel programa quedó sentenciado que la A 92 por el Almanzora era una promesa que se quedaba en el cajón de los deseos de la comarca. Han tenido que pasar 35 años para que aquella aspiración se haga realidad, y a medias,- matiza Fuentes- porque el proyecto truncado de conectar Baza con Overa continúa en el aire y la construcción de los kilómetros que quedan pendientes sigue sin concretarse.
Pasar ahora facturas al cobro solo conduce a la melancolía de lo que pudo y debió haber sido y no fue. Pero no está de más recordar que aquella decisión tan contraria a los intereses de la provincia pudo convertir el Valle del Almanzora en un valle de lágrimas condenado al aislamiento. No fue así. Y no lo fue porque la torpeza y la irresponsabilidad de la política tuvo enfrente a empresarios que nunca se plegaron a la indolencia y asumieron con determinación que luchar por la comarca era la mejor contribución a la tierra y al sol que les vio nacer. Cuando Paco Cosentino acudió aquella noche a la radio de Fernando Berruezo era un empresario que daba trabajo a apenas un centenar de personas. Hoy, y a pesar de aquel error tan estúpido, su empresa ha alcanzado los 6.341 trabajadores y trabajadoras, la mayoría de ellos vecinos de la comarca. ¿Alguien se ha parado a pensar dónde estaría situada ahora aquella comarca si no hubiese sido víctima de tantas décadas de soledad y olvido?
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