La imagen de España en la cumbre europea de Granada ha sido inmejorable. Los rostros de los asistentes en el recorrido ceremonial por la Alhambra que diseñó Carlos I de España y V de Alemania hace 500 años, denotaron parte del éxito. Quienes hemos disfrutado del patio renacentista y la majestuosidad del palacio cuadrangular que Carlos V hizo construir tras su luna de miel en la Alhambra, tan bien encajado con el patio interior circular, con el Palacio de Comares que los reyes de Granada usaban como salón de Trono, somos conscientes de la dimensión histórica del lugar en esta cita.
Carlos V, además de poner cimientos en la construcción de Europa, reunió por primera vez, en una persona, las coronas de Castilla, incluida Navarra, y la de Aragón. Curioso, a tenor de la crisis territorial española y las miras europea en ampliar socios.
Es de destacar cómo en su época, tras una gran crisis de la hacienda castellana, aflora el debate de las desigualdades contributivas en el reparto fiscal, sobre todo por las subidas de los “servicios del reino”. Lo que me lleva a destacar la subida andaluza de dos puestos en el ranking de CCAA que menos recaudan, que contrasta con la falta de fondos en sanidad, que está en la UCI, y educación, donde no cesa el cierre de unidades y servicios.
Desde el Patio de Arrayanes, los asistentes cruzaron una puerta hasta el espectacular patio de Los leones, reservado por los sultanes a lo privado, como privadas serían las reuniones de la cumbre para las bases de nuevas acciones, también en la búsqueda del final de la guerra contra Ucrania y ese afán imperialista expansionista de Putin, quien parece querer dominar tantos territorios como aquel Carlos V.
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