Quieren clientes, no ciudadanos

Mientras la Junta convoca 3000 plazas para docentes y la Consejera de Desarrollo Educativo anunciaba que “la plantilla de profesores es la más amplia de la historia”, los maestros (aspirantes, interinos y funcionarios) convocan una manifestación para el 26 de octubre, denunciando que están bajo mínimos, las bajas no se cubren, faltan especialistas y los acuerdos adoptados no se ejecutan.

Por experiencia, pasará sin pena ni gloria, siempre es igual. Las manifestaciones, si no están respaldadas por la gran mayoría, suenan a pataleo de unos pocos, y el sistema está preparado para acallarlas, minimizar las críticas, dividirnos, y seguir adelante con sus planes. Saben que por mucho ruido que hagan, ese día los colegios seguirán abiertos y los que no se sumen a la protesta sacarán la jornada adelante.

Para cambiar las cosas hay que paralizar el sistema, ir todos a una, cerrar los colegios indefinidamente, y no moverse hasta que las leyes que firman, y las promesas que hacen, se cumplan. Las futbolistas son un buen ejemplo.

Sabemos que sus reclamaciones nos benefician como sociedad. Por eso no debemos caer en las trampas de los políticos trileros. Si tiene alguna duda de sus peticiones, haga como el humorista Goyo Jiménez cuando dice “no lo cuento, lo hago”. Intente pedir cita para el médico de cabecera y verá la odisea. Y si tiene hijos en edad escolar, pregúntele a los maestros en qué condiciones le van a garantizar la educación de su hijo, los conocimientos, las destrezas y las habilidades con las que afrontará el resto de su vida.

Los gastos en educación y sanidad son inversiones de futuro. Nos hacen más humanos al garantizar que todos tendremos las mismas oportunidades y seremos tratados de la misma manera, con dignidad y justicia. Si permitimos que se privaticen, dejaremos de ser ciudadanos para convertirnos en clientes, y no les importarán nuestros derechos, solo si puedes o no pagar la cuenta.