Palabras de Leonor y de Pedro

Desde el martes hay dos modelos de España, dos formas de vida opuestas que no tienen nada que ver con el tópico derecha e izquierda. Son dos Españas representadas por Pedro Sánchez y Leonor de Borbón. Tampoco es la simpleza de enfrentar república a monarquía. Estas visiones son antagónicas, en parte, por su diferente concepción del lenguaje. La de Sánchez es la del lenguaje como herramienta de poder, usado para seducir, enredar, engañar, sobrevivir e  imponerse. En cambio, para el modelo de Leonor, el lenguaje une, acuerda y compromete; es un vehículo de verdad y ética.

Con solo pronunciar una frase, el lenguaje se vuelve promesa solemne, y la vida entera de una joven de 18 años ya está comprometida. Esa es la España de Leonor, que ofrece estabilidad y previsibilidad. Leonor juró someterse a la Constitución, sacrificar su interés al de la nación, a la ley y sus ciudadanos. Todo lo contrario a Sánchez, quien no tiene palabra, mejor dicho, tiene muchas, pero sin valor alguno. Las suyas, el sábado ante su ejecutiva, fueron una delirante secuencia de falsedades, que él sabe que lo son, pero confía en que a nadie que comparta su modelo le importe. “En nombre de España”, dijo sin pudor, para seguidamente vender lo que no es suyo.

Ver al presidente en funciones asistir a una ceremonia  en la que la palabra es sagrada es un oxímoron, una paradoja tragicómica y dolorosa. Al mismo tiempo,  se filtraba la escena de su pacto denigrante con Puigdemont. El PSOE manipuló el video, que causa pavor.  Cinco personas sentadas hablan, chantajistas y chantajeados mueven y abren sus bocas pero no se les oye. No hay documento más elocuente que este  video silente.  No importa el lenguaje, no hay palabra, es la forma de vida de Sánchez.