Palmeros al compás del delito

La sumisión del actual PSOE a la peligrosa deriva política de Pedro Sánchez ha acabado metiendo a ese partido en una espiral de insensatas renuncias que, aunque puedan servir ahora para conservar el gobierno, acabarán rebajando esa histórica marca a niveles de irrelevancia por desprecio colectivo. Para cualquier partido político, demostrar con semejante mansedumbre que sus tragaderas políticas pueden dilatarse un poco más que ayer, pero siempre menos que mañana, es asumir implícitamente su condición de innecesario. El reciente Comité Federal del PSOE ha permitido comprobar el respaldo ofrecido en primer tiempo de saludo por la práctica totalidad de cargos socialistas -almerienses incluidos- al insólito paso de Sánchez al situarse abiertamente del lado del delito y justificar “en nombre de España” (sic) una amnistía que él mismo -y el resto de palmeros también- consideraban ilegal e improbable antes de las elecciones que perdieron. Produce una inabarcable vergüenza ajena repasar lo que decían antes y lo que aplauden ahora todos estos profesionales del aprisco. Por lo tanto el problema ya no está tan sólo en la dependencia psiquiátrica de Sánchez al poder, sino en la ampliación de su esfera de complicidad al hacerse validar por los cargos de su partido en una ceremonia de ecos coreanos y con una delirante consulta en la que los militantes están siendo obligados a votar sobre una amnistía que ni tan siquiera se menciona en la consulta. Quienes confunden disciplina con vasallaje tampoco saben diferenciar la primera persona del singular del verbo “pensar” del alimento del ganado. Y podrán hablar ahora de “reencuentro”, de “convivencia” o de “sacrificio de la palabra”, para justificar esa proclamación de impunidad y desigualdad que supone amnistiar a golpistas y ladrones, pero cuando las necesidades políticas de una persona se ponen por encima del Estado de Derecho, como están explicando muchos magistrados, de lo que hay que hablar es de dictadura.