Hace unos días mantuve un encuentro con una de las personas que mejor conocen la economía provincial y nacional. Fue una conversación de amplio espectro en la que pocos perfiles de interés provincial quedaron ausentes.
Conocedor como nadie de la situación de la solidez o debilidad de los pilares fundamentales en los que se soporta nuestra estructura económica, se mostró optimista. El ensordecedor ruido político provocado por una clase dirigente cada vez más alejada de principios y más cercana a la permanencia o a la conquista del poder a través de la máxima ausencia de escrúpulos no ocupó en la conversación un espacio significativo. Es tan grande el hastío que aburre. El desenlace de la investidura y el coste que tendrá en el futuro podrá influir decisivamente en la permanencia o no de la hoja de ruta económica, pero no fue el estruendo político un tema al que dedicáramos mucho tiempo.
En lo que sí se detuvo fue en tres aspectos que van a decidir el futuro de la provincia: la investigación, la sostenibilidad y la captación de mercados, no solo para nuestros productos, sino para nuestra tecnología. Vayamos con sus argumentos. Es una transcripción no literal, pero si recoge la esencia de las ideas y conceptos expresados.
La investigación y su consiguiente aplicación en el desarrollo de nuestro principal pilar económico- no hay que olvidar que el 40 por ciento del PIB de la provincia está influenciado por la agricultura, señaló- es la base fundamental, la clave de bóveda en la que ya se soporta y en la que, con más intensidad, se soportará en el futuro el sector. No se trata de producir más, sino de generar tecnología de la que se beneficien los productores almerienses y que, también, pueda venderse en otras zonas. La universidad debe jugar aquí un papel fundamental. La aspiración irrenunciable de la UAL debería ser el convertir sus aulas en un campus de referencia internacional en investigación y tecnología agroalimentaria. Claro que todo este planteamiento de presente y de futuro estará condenado si no se soluciona de forma permanente el problema del agua. Almería no está atravesando la situación de déficits que se dan en otras provincias andaluzas y españolas, pero el problema no está resuelto. El sector y las administraciones están dando pasos, pero hay que continuar en ese camino. Sin agua no hay futuro y ese es el principal reto a resolver. La principal solución son las desaladoras y esta es una opción en la que los avances tecnológicos, sobre todo en la reducción de los costes energéticos van a tener, ya lo están teniendo, un impacto importante. Hoy el metro cúbico se paga bastante menos que hace unos años y así va a continuar con la implementación de la energía solar en el proceso de desalación. También es importante la reutilización de las aguas residuales. Este es el reto principal porque todo lo demás no tendría viabilidad si no se garantiza el agua como factor de producción más importante.
Pero todo lo anterior- insistía- hay que hacerlo desde la perspectiva de la sostenibilidad. Una sostenibilidad que debe estar diseñada por tres aspectos fundamentales: la rentabilidad económica, la protección medioambiental y la cohesión social. Europa ya está vetando productos cuya puesta en el lineal de los supermercados no cumplen con las normas laborales estipuladas. Algunas empresas, no de Almería, pero sí de otras geografías del continente, están teniendo problemas para colocar sus productos en las grandes cadenas de distribución por incumplir las normas laborales y sociales. Esto es una realidad y hay que aceptarla y, además, es justo que así se haga. El consumidor europeo es muy exigente y es bueno que así sea.
Y la penetración en otros mercados es el otro gran reto. Almería no puede competir en precio con las producciones de Marruecos o Turquía. Eso es imposible. Los costes en esos países son infinitamente menores y eso hace imposible competir en precio. Donde sí tenemos unas posibilidades inmensas en entrar en esos y otros países vendiendo tecnología. Ese es un camino; un camino de grandes posibilidades al que hay que añadir otro: el convertirnos en canal de paso y comercialización de sus productos.
A mí, Pedro, me interesa mucho el pasado y el presente, pero en lo que tenemos que pensar es en el futuro. Mirar lo que hemos hecho en los últimos cuarenta años está bien, pero nuestro reto es el futuro.
La conversación abordó otros temas, pero, quizá, el plano sobre el que debe transitar el futuro de la provincia está contenido en ese triángulo imprescindible de la investigación práctica, la sostenibilidad equilibrada y la consideración de que otros territorios deben ser contemplados no con el tactismo de la competencia, sino desde la óptica de la estrategia de potenciales aliados.
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