Resistirse o colaborar

Intento navegar por esta marejada de palabras encendidas sin asomarme al vértigo de los frontispicios. Pero no me sale. El golpe de Sánchez al Estado es tan intercostal y homicida que no caben paños ni vendas templadas. A partir de ahora sólo hay dos opciones: resistirse o colaborar. La última (en su acepción de “más reciente”) mentira de Sánchez ha sido asumir una amnistía dictada por los delincuentes que blinda y otorga impunidad a cualquiera que haya robado, quemado, agredido o coaccionado en nombre de la independencia de Cataluña. También ha abierto la puerta a un referéndum de autodeterminación para romper la unidad de España. Ha tragado con el bochorno sin fronteras de aceptar que sea un observador extranjero el que supervise la agenda de cesiones y transferencias que el Estado hará a las regiones más privilegiadas en detrimento de las menos favorecidas. Volver a ver a Sánchez relamiéndose como presidente del Gobierno nos cuesta además la aberrante humillación de ver a los jueces dependiendo de unos políticos que podrán revisar y corregir sus sentencias. Y por encima de todo eso está la evidente e incontestable demolición del Estado de Derecho y el establecimiento por decreto de la desigualdad entre los españoles. No estamos, por tanto, ante un mero debate técnico sobre el alcance de determinadas medidas legales o ante un catálogo de eufemismos de autoayuda con los que el sanchismo retórico trata de edulcorar el trago. Estamos ante un cambio de régimen en toda regla que ni puede, ni quiere ser disimulado. Y por eso están saliendo a la calle decenas de miles de personas en toda España y están emitiendo notas de repulsa numerosas asociaciones profesionales de los ámbitos de la Justicia, Derecho, Trabajo, Hacienda y colectivos empresariales. Lo nunca visto. Por tanto, no caben socorridas equidistancias, ni irresponsables indiferencias. Resistencia o complicidad. No hay más.