La Alcazaba en compañía de la UAL

El Área de Historia del Arte de la Universidad de Almería ha organizado una serie de actividades que se enmarcan dentro de la Semana de la Ciencia. Pues bien, el pasado Miércoles, tuve la ocasión de acompañar a un grupo de alumnos de 1º de Bachillerato de la Compañía de María que cursan la asignatura de Patrimonio Artístico. Han sido muchas mis visitas a la Alcazaba tanto con estudiantes como con grupos interesados y he de reconocer que, en esta ocasión, quedé agradablemente sorprendido tanto por el grado de implicación de la profesora de Arte del Centro, Marisa Jurado, como del responsable de la visita, por parte de la Universidad, José Manuel Ortega que demostró capacidad de sentir lo que estaba explicando y fue capaz de implicar e ilusionar al alumnado con sus innovadores recursos pedagógicos. Al final los estudiantes comprendieron para qué sirve el Patrimonio y aprendieron de forma clara y amena las principales características de nuestro monumento más emblemático. La educación tiene que ir en esta dirección porque si el alumno siente entonces aprende y no podemos quedarnos en grandes bombardeos informativos sin que lleguen a convertirse en conocimiento. Ejemplos como estos son imprescindibles si es que pretendemos formar ciudadanos capaces de respetar y difundir el Patrimonio histórico-artístico como testigo de nuestra historia y razón de ser. Y, llegados a este punto, tenemos que expresar preocupación por un sistema educativo que necesita de forma urgente introducir una serie de cambios que impliquen calidad y eficacia para tender hacia la excelencia de todos, igualando por arriba y no por abajo a los alumnos. Son muchas las leyes educativas que he vivido en mis cuarenta años como docente y me voy sin haber podido contemplar una verdadera Ley hecha pensando en los  auténticos protagonistas de la educación. A mis alumnos de Historia siempre les decía que había que dejar la ideología en la puerta del aula y presentar los hechos de la forma más objetiva posible.