Cuando nos vengan a buscar

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista.” Seguramente conocerán el célebre poema “Primero vinieron”, del pastor luterano Martin Niemöller, que casi siempre se atribuye erróneamente a Bertolt Bretch. La obra trata sobre la pasividad y cobardía de muchos alemanes tras el ascenso de Hitler al poder y la inmediata e implacable purga de sus opositores, grupo tras grupo. Dejaré claro a la brigada de ofendiditos de guardia que no estoy llamando nazi a Pedro Sánchez. Simplemente voy a enlazar una serie de hechos para que el inteligente lector saque sus propias conclusiones. Hace unos días, los servicios de seguridad de Moncloa advirtieron al Colegio Mayor Pío XII de Madrid, en cuyas inmediaciones iba a participar Pedro Sánchez en un acto, de que se tomarían medidas para identificar a cualquier alumno que abuchease al Presidente, amenazando incluso al centro con sanciones administrativas si ello se produjera. De hecho, indicaron que las ventanas del recinto deberían permanecer cerradas para evitar cánticos o griteríos contrarios a Sánchez. “Ahora siempre hay alguien que está mandando callar a alguien”. La idea la acaba de exponer el periodista Carlos Alsina en su discurso tras recibir el prestigioso premio Francisco Cerecedo. Y es que, al margen del chusco aviso al colegio, es evidente que la obsesión de Sánchez por cercar a su disidencia levantando muros no parece tener freno. Lo que estamos viendo con los jueces se empieza a detectar también con la prensa incómoda. En el Congreso ya hay periodistas señalados a los que no se les responde y Sánchez acaba de vetar al diario ABC en su último viaje a Israel, del que volvió con esa emocionante felicitación de los asesinos de Hamás. Vayan atando cabos. Y les recuerdo cómo termina el poema: “Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”. Pero no se alarme: usted no es estudiante, ni juez, ni periodista.