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22:32 • 06 may. 2012
Quizás la mejor manera de empezar esta crónica sea con lo que escribió la arabista Soledad Gibert: Todos los que llegan a Almería sienten alegrarse su corazón”, y esto es precisamente lo que me sucede a mí, también, me alegro mucho, cuando leo en el Diario El Mundo: “Almería es una de las urbes más pujantes y atrevidas del sur español”. Esa es al menos una esperanza a la que yo no quiero renunciar, porque es un hecho incuestionable que todo evoluciona con el devenir del tiempo, pero me sigue sorprendiendo que Almería capital siga conservando algunos usos y costumbres, y las ya famosas “cosas de Almería”.
Lamentablemente no somos la capital más afortunada en servicios y calidad de Andalucía, pero ello no impide buscar motivaciones y adecuar las instalaciones a la realidad social actual. Esto se llama evolución. Y actuar en consecuencia se entiende por responsabilidad social, incluso, me atrevería a afirmar, que hay que llevar a cabo una estrategia de anticipación.
El caso que nos ocupa es el siguiente, soy almeriense- como el que más-, aunque mi residencia habitual es Madrid, discapacitado físico, deambulo con dos muletas y un aparato ortoprotésico que cubre pie y pierna hasta la cintura, además en la actualidad estoy afectado, según juicio clínico: Lumbociatalgia en paciente con polio. Contractura paravertebral y conalgia”.
En este contexto el pasado día 24 de Marzo, sobre las 16,30 aproximadamente, aparco mi vehiculo en el Parking Obispo Orberá, planta segunda, exactamente debajo del ascensor- mi único medio de movilidad- con salida a la Puerta de Purchena, y fue en la planta segunda porque lamentablemente no están informados los aparcamientos para personas con movilidad reducida – no digo señalizados, sino informados.
Sobre las 24,50 horas, aproximadamente, un taxi me deja en la puerta del citado ascensor y cual es mi asombro que no funcionaba, ni existía información alguna de los motivos, pero en medio de un clima intolerable de incertidumbres y desasosiegos, doy la vuelta y en los cristales del acceso peatonal por escaleras hay un papel pegado- no unas normas de utilización y uso- que a partir de las 23 horas el único acceso abierto es el que está junto al mercado. Recordando la frase de Nisargadatta Maharaj : “tú no eres lo que sucede, sino aquel a quien sucede”, quisiera destacar lo difícil y complejo que me resultó llegar hasta el acceso del mercado, y aunque me cuesta expresarlo ¡Sorpresa y premio!.
La sorpresa: El ascensor también estaba bloqueado, un amable matrimonio- con plaza en propiedad- al ver mi estado de desesperación intentaron abrir el ascensor con su llave, pero fue imposible. Mi cabeza era un hervidero de interrogantes por la negligencia de una información inexistente, por el acceso del ascensor bloqueado, por tener que bajar a pie o a rastras dos pisos y luego recorrer el largo trayecto hasta mí vehiculo.
El premio: Entiendo que no debo hacer más hincapié de todo cuanto sufrí y el empeoramiento de mi estado físico, dado que los lectores son personas inteligentes, pero paso a paso y peldaño a peldaño bajé hasta la planta segunda, allí desconcierto y estupor solo había camiones y escombros. Mi situación comenzaba a ser insostenible, no me pregunten como pude subir de nuevo aquellas -para mí- interminables escaleras, pero si pregúntenle a los responsables de ese mezquino y peligroso parking, porque no anulan esta bajada a la segunda planta para los usuarios, también, por la actitud pasiva, escasa capacidad de intervención y nula generosidad de los dos empleados. De nuevo nos encontramos con esta practica –lamentablemente muy frecuente en estos tiempos- de que todo vale, pero en esta ocasión nos enfrentamos con una situación muy distinta yo ejercitaré acciones legales porque este servicio publico no cumple las leyes vigentes para usuarios discapacitados, ni en accesos, ni en información, “ni en ná de ná”, para acabar antes.
A quien corresponda, ya podéis espabilar, la sintonía de la em
Lamentablemente no somos la capital más afortunada en servicios y calidad de Andalucía, pero ello no impide buscar motivaciones y adecuar las instalaciones a la realidad social actual. Esto se llama evolución. Y actuar en consecuencia se entiende por responsabilidad social, incluso, me atrevería a afirmar, que hay que llevar a cabo una estrategia de anticipación.
El caso que nos ocupa es el siguiente, soy almeriense- como el que más-, aunque mi residencia habitual es Madrid, discapacitado físico, deambulo con dos muletas y un aparato ortoprotésico que cubre pie y pierna hasta la cintura, además en la actualidad estoy afectado, según juicio clínico: Lumbociatalgia en paciente con polio. Contractura paravertebral y conalgia”.
En este contexto el pasado día 24 de Marzo, sobre las 16,30 aproximadamente, aparco mi vehiculo en el Parking Obispo Orberá, planta segunda, exactamente debajo del ascensor- mi único medio de movilidad- con salida a la Puerta de Purchena, y fue en la planta segunda porque lamentablemente no están informados los aparcamientos para personas con movilidad reducida – no digo señalizados, sino informados.
Sobre las 24,50 horas, aproximadamente, un taxi me deja en la puerta del citado ascensor y cual es mi asombro que no funcionaba, ni existía información alguna de los motivos, pero en medio de un clima intolerable de incertidumbres y desasosiegos, doy la vuelta y en los cristales del acceso peatonal por escaleras hay un papel pegado- no unas normas de utilización y uso- que a partir de las 23 horas el único acceso abierto es el que está junto al mercado. Recordando la frase de Nisargadatta Maharaj : “tú no eres lo que sucede, sino aquel a quien sucede”, quisiera destacar lo difícil y complejo que me resultó llegar hasta el acceso del mercado, y aunque me cuesta expresarlo ¡Sorpresa y premio!.
La sorpresa: El ascensor también estaba bloqueado, un amable matrimonio- con plaza en propiedad- al ver mi estado de desesperación intentaron abrir el ascensor con su llave, pero fue imposible. Mi cabeza era un hervidero de interrogantes por la negligencia de una información inexistente, por el acceso del ascensor bloqueado, por tener que bajar a pie o a rastras dos pisos y luego recorrer el largo trayecto hasta mí vehiculo.
El premio: Entiendo que no debo hacer más hincapié de todo cuanto sufrí y el empeoramiento de mi estado físico, dado que los lectores son personas inteligentes, pero paso a paso y peldaño a peldaño bajé hasta la planta segunda, allí desconcierto y estupor solo había camiones y escombros. Mi situación comenzaba a ser insostenible, no me pregunten como pude subir de nuevo aquellas -para mí- interminables escaleras, pero si pregúntenle a los responsables de ese mezquino y peligroso parking, porque no anulan esta bajada a la segunda planta para los usuarios, también, por la actitud pasiva, escasa capacidad de intervención y nula generosidad de los dos empleados. De nuevo nos encontramos con esta practica –lamentablemente muy frecuente en estos tiempos- de que todo vale, pero en esta ocasión nos enfrentamos con una situación muy distinta yo ejercitaré acciones legales porque este servicio publico no cumple las leyes vigentes para usuarios discapacitados, ni en accesos, ni en información, “ni en ná de ná”, para acabar antes.
A quien corresponda, ya podéis espabilar, la sintonía de la em
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