Desde aquella primera representación belenística de la que se tiene constancia (principios del siglo II) con el fresco hallado en la llamada Capella Greca, en las catacumbas de Priscila en Roma, donde se observa a la Virgen María sujetando sobre su pecho al niño Jesús en pañales, pasando por el primer belén católico que Francisco de Asís creó en una cueva cercana a Grecco para evangelizar a su población rural, hoy es una tradición muy arraigada con múltiples figuras como los pastores, la lavandera o la tinajera yendo a por agua al pozo.
Esa imagen de la tinajera se vé esta Navidad en zonas de Almería como Castell del Rey, La Joya, La Chanca o Pescadería, pero no para coger agua de pozo, al contrario, en casa ya no pueden beber agua que proviene de los Pozos de Bernal, sino de unas cubas portátiles dos veces al día (quien no le coincide con su horario laboral, claro), pues el agua de los pozos presenta radiactividad.
Puede que para Moreno Bonilla y la alcaldesa capitalina todos seamos meras figuras de un Belén a las que manejar a su antojo, que no sienten ni padecen las enfermedades, como el cáncer de colon, que pudieran derivar de esta tragedia. Por eso no les importó falsear la realidad al inaugurar la conexión del depósito de La Pipa Alta con el de San Cristóbal, al decir que “toda la capital tiene acceso al agua desalada”.
Lo cierto es que se ha armado la marimorena porque ¿desde cuándo se sabe de la presencia de dicha radiactividad?, ¿a cuántos almerienses afectará? Más le valdría a quienes lideran manifestaciones por causas puramente partidistas aplicarse lo que dijo Francisco de Asís, “Lo que haces puede ser el único sermón que algunas personas escuchen hoy”
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