El movimiento del 15M ha realizado en su primer año de vida unas 15.000 propuestas de la más variada índole, nacidas de un número inconmensurable de asambleas que, por inconmensurable precisamente, nadie se ha atrevido a calcular. Sin embargo, ni una sola de sus propuestas, salvo la dación en pago, ha sido asumida por el Sistema, al que, la verdad sea dicha, las asambleas le preocupan tanto como los ciudadanos, absolutamente nada. Tan comprensible es la indignación de los simpatizantes del 15M, y de los que no lo son, como el hecho de que un Estado cuya jefatura ostenta un señor que no ha elegido el pueblo y que cuando se aburre mata, en vez de moscas con el rabo como el Diablo, pobres elefantes y osas embriagadas, es un Estado construido a espaldas, si es que no abiertamente en contra, de sus habitantes. Solo en un Estado así, que parasita a la sociedad hasta dejarla exánime, puede ocurrir que el presidente del Consejo General del Poder Judicial, y del Tribunal Supremo, se funda el dinero de la gente en estadías a todo trapo en el lujo hortera de Puerto Banús, o que la copresidenta de un emporio de saqueo y latrocinio, estrechamente emparentada con el antedicho cazador, no sea llamada a declarar ante el juez ni en calidad de testigo. Tan comprensible es la indignación contra ese Estado, digo, como que éste no modificará jamás su conducta, ni las leyes ni las políticas ahormadas a su interés que la sustentan, por muchas asambleas y por muchos "talleres" de cosas que le echen.
Los españoles tienen una estructura y una superestructura política horribles, pero los del 15M, que son los indignados más conscientes y dispuestos, no ven la necesidad, por lo visto, de sustituirlas por otras, limitándose a proponer cosas, la mayoría bastante puestas en razón, a esa clase política sorda, a ese Gobierno sordo, a ese Estado sordo, sordos porque no quieren oír. ¿Por qué no lucha el 15M por una sola cosa, dos a lo más, centrando toda la tensión, la energía y el esfuerzo? Se han dado casos, ante un planteamiento similar, de Estados que han recuperado, de pronto, el oído.
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