Los ‘koldos’ han revolucionado el corral y las gallinas descabezadas corretean en las últimas horas. Del aroma de sol y sombra de Ábalos al de licor 43 de la Armengol. La que debiera ser respetada tercera autoridad del Estado apareció como estrella de culebrón, al borde del llanto, pronunciando una y otra vez el casposo verbo “mancillar”. A esta llorosa de ‘boité’ le oí incrédulo proclamar “no todos somos iguales” en la sede de la representatividad ciudadana. A esta actriz de bisutería no le importa que una ley indigna se negocie lejos del Parlamento que preside, de forma tan clandestina como aquella noche que se saltó el confinamiento en el pub. “Así soy yo, me merezco decir eso”, dijo la folclórica. Mientras tanto, la otra gallinácea clueca que enseñó su plumaje junto a Puigdemont declara que sería feliz cenando a las seis de la tarde, como en Waterloo. “No es razonable”, dice Yolanda Díaz, que los bares y restaurantes estén abiertos a la una de la madrugada. ¿Quién ha dicho que este país sea razonable con Pedro Sánchez como gallo jefe?
La toxicidad mentirosa de Sánchez embriaga todo su entorno como el Varon Dandy de Santos Cerdá y su apadrinado mocetón. El corazón de la corrupción sanchista late en euskaldún, bombea sangre nacionalista desde la Navarra abertzale a la Baleares sucursal de los ‘paisos cataláns’ armengolista. El gallo jefe saca plumaje frente a Putin, y defiende el territorio de Ucrania, mientras que esconde su cresta ante el prófugo de Waterloo, que ya anuncia que celebrará la reconciliación volviendo a incendiar Cataluña. La ignominiosa ley de los siete escaños está a punto de abrirse paso mientras superYoli pide en serio que se acaben los perdones a los políticos. Como pollos sin cabeza.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/270897/como-pollos-y-gallinas-sin-cabeza