Lo del aborto. Francia campeona del mundo

En Francia, ha ocurrido un hecho histórico: Se ha aprobado por una abrumadora mayoría que el aborto sea reconocido como un derecho constitucional. Bajo el nombre de “Libertad garantizada de la mujer para interrumpir el embarazo”, todos los partidos políticos se han puesto de acuerdo. Esto no surge por generación espontánea, han sido décadas de lucha. Desde 1971 con el manifiesto de Simone de Beauvoir, hasta la Ley de 1975 de Simone Weil, las feministas han mantenido esta demanda. Ante lo ocurrido en EEUU, que de un día para otro se ha perdido el derecho al no estar consolidado, y ante el auge de la extrema derecha europea, han apretado y han conseguido el milagro. Al acecho andan Trump, Milei o Abascal, dando la “turra cultural” contra las mujeres, bueno nos llaman histéricas: ¡mira quién habla!. Francia tendrá muchos defectos pero cuando hace bien las cosas, las hace muy bien. Las feministas españolas nos quedamos con las ganas de que los políticos de la transición hubieran llevado el aborto a la Consti del 78, pero los padres de la patria, ni lo consideraron, y los compañeros de izquierdas, pensaron que para qué, total, era solo un asunto de mujeres. Y se nos quedó la cara de, “nos han hecho una jugarreta”, y así seguimos con miedo a que venga otro Gallardón, a fulminar la Ley de un fogonazo. (Menos mal que el movimiento feminista le paró los pies en su momento). Pero, cada poco nos entra el “canguelo” de que con los cambios de gobierno, vuelva a sonar la rana. En la semana del 8M siento envidia de que señores franceses de derecha digan que no están de acuerdo con el aborto, por convicciones morales, pero reconocen que la mujer tiene derechos. Francia a veces me cae bien, y con esta ley se consolida como campeona del mundo y no como en España, que entre que las Comunidades se escaquean y que los médicos apelan a escrúpulos de conciencia, tenemos que sacar la galleta de la suerte para abortar en hospital público y con garantías. Olé por la legalité y la igualité. Pero aquí, ¡también queremos!