Pato, ¿cua?, la pardilla, avise al Consejero

Como un Domingo de Ramos, siete patitos muy comunes, ánades reales, aparecieron por la calle. Seis murieron, por el último no pregunté. Los inconscientes o desesperados recorrieron 2 km antes de que los salvasen de morir atropellados.

Como la madre no se veía, ni había un lugar donde dejarlos, hicieron lo que se les pide a los buenos ciudadanos, llamar al 112. Dos veces llamaron. Todavía esperan una solución.

El protocolo es claro, solo se recogen las que aparecen en la lista de especies protegidas. Si el animal es doméstico, o aun siendo silvestre, no está protegido, es cinegético o exótico, te las apañas como puedas. Y en fin de semana, ni te cuento.

De ti depende dejarlos donde estaban a merced de gatos o coches; buscar las asociaciones que ponen dinero de su bolsillo para cuidarlos; o llevártelos a casa. Hagas lo que hagas, te criticarán, tratándote de animalista, peluchista, mal informado o héroe de redes sociales. 

Lo entiendo, no hay dinero, el 112 y los agentes de la autoridad están para otras cosas, y la ciencia trabaja para conservar ecosistemas, pero al ciudadano hay que darle una solución rápida y efectiva. No llamarlos ignorantes y dejarles el marrón.

Moraleja: Si ves un animal con dificultades, piénsalo bien, puedes salir trasquilado. Si decides llamar al 112 sigue el ejemplo de nuestros dirigentes, miente, sin pudor, sin remordimientos. 

Cuando pregunten ¿cua?, di que es un lince, o una cerceta pardilla. Llamarán urgente al Consejero influencer para una buena foto. Si el dinero de lo que gastan en los posados de cada viernes para volver antes a casa, lo invirtiesen en gastos de comida y veterinario de las asociaciones que dan soluciones reales al ciudadano altruistamente, el sistema puede funcionar.

¡Demagogo!, ¿culpas al Consejero de la muerte de los patos? Sí. Es una decisión política, de calderilla, y reparte cheques de millón según le sacan los colores.