La nada y el NODO

El macabro montaje del Presidente Sánchez en el Valle de la Resignificación, rodeado de calaveras y tibias presentadas en plan bufé libre, flanqueado por el Ministro de la Memoria Histérica y el Director General de la Revancha y disfrazados para la ocasión de cazafantasmas de jalogüín, es un hito de la política sensacionalista que tanto gusta a este gobierno necrófilo. Qué manía con tocar los muertos. Al margen de la cuestionable utilidad que para la concordia y la convivencia pueda tener esa impúdica exhibición de los restos de compatriotas que merecen descansar -como todos- en paz y respeto, no hay que olvidar que la actuación del Trío Rascayú no era más que un nuevo intento de agitar el escenario preelectoral desembalsamando la recurrente momia del franquismo sociológico. No falla. Igual que al dictador le gustaba dormir con el brazo incorrupto de Santa Teresa, a Pedro I el Falso le encanta tener siempre a mano la momia del sedicente caudillo para someterla a ritos y conjuros en cuanto hay elecciones. Paradójicamente, todo este festival de desentierros, repetido hasta la saciedad entre fanfarrias por todos los noticiarios cinematográficos de España, pretende echar tierra sobre la numerosa relación de circunstancias presuntamente delictivas que rodean el entorno político y personal de Su Sanchidad. Huesos para tapar la palmaria red de enriquecimiento ilícito tejida desde la organización del PSOE aprovechando la compra de material sanitario durante la pandemia. Despojos para ocultar la cada vez menos explicable presencia de su señora esposa en operaciones razonablemente sospechosas. Cenizas para evitar que se hable de que este gobierno incumple la ley al no presentar presupuesto este año. El proyecto de futuro de Sánchez es volver al pasado para intentar mantenerse en el poder a toda costa. Y mostrarlo además de un modo solemne y severo, como si él fuera una excelencia escoltada por una guardia magrebí. La nada y el NODO.