No quiero

Cuando se habla del interés o el bien común, solemos pensar en lo que se comparte en comunidad para prosperidad de ésta, que repercute en cada individuo, pero sin ser la suma de intereses individuales, sino algo más; eso sí, poniendo en el mismo plano el bien común y el del individuo, sus derechos y sus libertades.

Pero hay quienes no tienen ésto demasiado claro. Cuando un gobierno utiliza lo comunitario para beneficio exclusivamente individual, por ejemplo, de la sanidad privada, no se mira por el interés común. Pero que, quien se encargó de dar directamente a dedo más de 40 M€ del dinero de todos a una aseguradora privada, meses después haya fichado por ésta, ¡es de traca!

La derecha desmantela la sanidad pública, y es que no le gustó nunca eso de que todos tengamos las mismas coberturas sanitarias, algo que debemos en origen a la Segunda República, proclamada tal día como el de mañana de hace 93 años. Un modo de gobierno sin privilegios hereditarios e igualdad ante la ley, que bebe del latín “res publica” (la cosa, res, de interés común, publica) y en cuya constitución, el Estado se hacía cargo ya de la asistencia a las ciudadanas y ciudadanos, en especial de los más vulnerables.

Dijo Azaña: “No me importa que un político no sepa hablar, lo que me preocupa es que no sepa de lo que habla.”, hoy son legión quienes no solo no saben de lo que hablan, sino que cuando hablan inducen a repetir el final de aquella República.

Pero debe estar en nuestra acción diaria como comunidad, anular esta tendencia porque, como dicen los versos de Ángela Figuera Aymerich (1902-1984): “No quiero / que haya frío en las casas, / que haya miedo en las calles, / que haya rabia en los ojos.”