Desplome

El problema real de España es que nadie cree al presidente del Gobierno". Con esta frase describió en 2010 la actual vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la situación que a su entender vivía el país. La cita serviría hoy. En este jueves negro, el gobierno sacó los recortes de Sanidad y Educación en soledad, mientras a unos metros la Bolsa temblaba con el desplome de Bankia y la prima de riesgo seguía coqueteando con el abismo de los 500 puntos.

   Junto al desplome económico, está el político, visualizado en la invisibilidad del presidente. El gobierno está justificando cada uno de sus radicales recortes en la excepcionalidad de la situación, pero ese diagnóstico no se compadece con la actitud pública de Mariano Rajoy, ausente en una semana negra. Y si con la nacionalización de la cuarta entidad financiera, los monumentales recortes en materias en las que se comprometió a no aplicar las tijeras, y la prima de riesgo bordeando la intervención no se siente aludido, podemos dar por descontado que esa será su actitud en el futuro.

   Es verdad que no hay nada nuevo bajo el sol, que esta actitud displicente es la misma que exhibió en la oposición. Pero no entender que las circunstancias han cambiado es el mejor termómetro para medir la altura política con la que se enfrenta a los acontecimientos. Sus hagiógrafos subrayarán que la estrategia le sirvió para llegar al poder. Pero ese camino le llevó ocho años. Y hoy no disponemos ni de ocho años ni de ocho meses ni, para algunas cosas, siquiera de ocho días. El desplome de Bankia es el paradigma. Y su sede corporativa, instalada en una torre inclinada, el icono de la situación que vivimos.