El budismo como salvación

Era el día de mi cumpleaños y tenía ganas de llorar. Parecía que todo me superase, la familia, el trabajo, la vida en general. Entonces por el camino pensé en el budismo como salvación y llamé al centro budista de Bédar, pero no me lo cogieron.  

Me hospedé en el nuevo Torreluz, y nada más entrar y girar la cabeza, pasada la recepción, camino del ascensor, me sorprendió el cartel de la exposición de Lee Miller en el Centro Andaluz de la Fotografía, y eso me animó. 

Desconocía por completo a Lee Miller, pero tanto sus fotografías como su vida me fueron cautivando conforme avanzaba por las salas y leía todo lo referente a ella; a su vida personal y a su trabajo creativo.  

Nació en Estados Unidos y vivió en Egipto, París, Londres y Alemania en plena II Guerra Mundial. Fotografió el horror y fue testigo de algo imperdonable: La muerte sistemática del ser humano; una manera industrial de matar. 

Me impresionaron sus fotos. Una de Rumanía, “Los ojos de Sibiu”: la plaza Mica nevada, dos mujeres campesinas sentadas sobre banquetas de madera, y otras dos de pie, junto a cestos de patatas, todas de negro, y en el fondo un edificio con doble tejado blanco, en el que destacan sus cuatro buhardillas como cuatro bellos ojos, intrigantes. 

En otra está metida en la bañera de Hitler, en Múnich, lavándose con una manopla en la mano derecha, llevándola hacia su hombro izquierdo, y mirando a la cámara con una naturalidad extrema.

Fotografié una frase suya, que es como si la tuviera grabada dentro: “En cuanto a mí, francamente no sé lo que quiero, a no ser que sea nadar y guardar la ropa”. 

De madrugada estuve sentada al lado de Lennon, después de haber conocido en el Amalia a un camarero de la Taberna del hotel y tomarme un quemaíllo, mientras le contaba lo que me había pasado esa noche.