Cumploaños

Soy más del mensaje de la canción de María y Mark que la de Chanel

Actuación de Nebulossa en el Festival de Eurovisión.
Actuación de Nebulossa en el Festival de Eurovisión. Europa Press
Moisés S. Palmero Aranda
13:50 • 15 may. 2024

Cumplo años, cuarenta y nueve, de los que soy consciente cuando relleno algún formulario y recalculo mi edad. 



Para celebrarlo, la vida me ha regalado cariñosamente varios golpes en forma de dos nuevas enseñanzas que me han descolocado unos días. Tras comentarlas con la almohada, mi autoestima empezó a borrarlas. Por eso, antes de que ocurra, quería dejarlas por escrito, para que la mala memoria, su cómplice y causante de mis desdichas, no me haga caer en los mismos errores.



Podría recriminarme «te lo advertí», pero no tengo pruebas contra mí, y la realidad pesa más que los recuerdos. Tengo la sensación de que son lecciones ya recibidas, un remake de capítulos vividos, un cansino déjà vu, pero como no termino de memorizarlas, esta vez mi cerebro las ilustra para ver si tiene más suerte y puede continuar con su labor de llevarme por buen camino. Lo tiene complicado, el orgullo vuelve a redecorar las cicatrices.



He vuelto a caer en la trampa de pensar que mi opinión podía tener algún valor, y me dejé engatusar para ofrecerla en público, en un acto que hasta ahora había comentado desde la barrera. Al final Pedro va a tener razón y hay que controlar a los bocachanclas de los opinadores, que se ponen en evidencia así mismos sin aportar nada, salvo ruido, mal olor y mucho polvo. 



Al terminar comprendí que aquel polvo, que siempre había imaginado era por estar plantando semillas de las que algún día recogería frutos, cuando muera, terminará por sellar mi sepultura. No estoy dejando jardines, ni bosques con mis palabras, sino cavando mi propia tumba, sobre la que ni siquiera nadie bailará, porque para ellos soy el susurro de un mosquito al que puede que les pique, pero que podrán aplastar cuando sea demasiado molesto. Bueno, ni siquiera tendrán que hacer un esfuerzo, soy casi invisible y de naturaleza efímera.



La otra enseñanza es que alguien al que le sigo teniendo respeto profesional, decidió separarse de mi camino. No me preocupa demasiado. Lo que me molesta son todos los satélites que lo rodean que, por sus sabios consejos, han cambiado su trato a mi persona, demostrando que de criterio y personalidad van justitos



A ellos les dedicaría la frase que la inteligencia artificial me regaló en las redes sociales: «Si te hablan mal de mí, créeles, y de paso cuídate de ellos». He buscado, sin éxito, su origen, pero he descubierto cuantos ofendidos hay por el mundo y la mala sangre que tienen.



Mi autocrítica, para que no me viniese arriba, me representó como una nebulosa, compuesta de gas y polvo estelar, y por un momento me sentí halagado, porque es ahí donde nacen las estrellas, pero la muy mamona, conociéndome, la mandó con subtítulos “…o son el resto de una supernova que acaba de morir”. 


Así que con esa visión, la de un mosquito envuelto en una nebulosa moribunda provocada mientras cavo mi propia tumba hablando de lo que no debo, donde no me llaman, comienzo mi camino hacia el medio siglo. Y estarán pensando que será la crisis de los cincuenta


No les digo que no, pero se me viene a la cabeza otra imagen de un dúo entre Sabina y Nebulossa, para explicarles que, ni más listo ni tonto que cualquiera, a mis cuarenta y muchos largos, siento que estoy en mi mejor momento, solo era cuestión de tiempo, y que voy a seguir igual de calavera, gritando a los cuatro vientos lo que pienso y quiero.


Por cierto, a pesar del resultado, y sin necesidad de entrar en comparaciones, soy más del mensaje de la canción de María y Mark que la de Chanel. Serán cosas de la edad, que ya todo me da igual, y que he aprendido que los que un día te hacen creer que pisas fuerte como una diva, te terminan llamando ¡Zorra!


Temas relacionados

para ti

en destaque