Justicia poética

Lo ocurrido con la campaña contra la violencia sexual del Ayuntamiento de Almería, sufragada con fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, ha resultado impactante. Conocíamos la falta de sensibilidad de la alcaldesa y de los concejales del PP hacia los problemas de las mujeres, y también el seguidismo que hacen de las políticas de la ultraderecha, pero nunca podríamos imaginar que su empeño por retorcer la realidad tuviera consecuencias tan delirantes.

Nada de esto habría ocurrido si no hubieran tratado de disfrazar la violencia de género bajo el totum revolutum de 'violencia intrafamiliar'. La imagen de un niño con el slogan de "si dice no, no es sexo" nunca debió llegar a ninguna mesa de trabajo. No ha sido un error, como ha pretendido hacernos creer la alcaldesa, mostrándose "horrorizada" en el universo particular de sus redes sociales, y es un insulto a la inteligencia de los almerienses asegurar que ha llegado hasta los mupis del centro de la ciudad por arte de magia. 

Tenía que pasar. Primero, borraron el nombre de 'Mujer' de la concejalía, para llamarla de 'Familia'. Incluyeron a un mando de la Policía Local condenado por violencia de género en el tribunal de oposiciones a dicho cuerpo. Permiten que en la televisión municipal se niegue la existencia de la violencia de género. Y hace unas semanas aplaudieron a la portavoz del equipo de gobierno por su mofa de una concejala de la oposición a cuenta de una pretendida menopausia 

Llueve sobre mojado porque nuestra ciudad ya fue portada de los informativos nacionales en 2017, cuando el Ayuntamiento obsequió en la Carrera de la Mujer con un quitagrasa. Han llevado hasta tal extremo el argumentario reaccionario de la ultraderecha que han acabado haciendo apología de la pederastia. Es  tan grave que las disculpas no bastan. La alcaldesa debe depurar responsabilidades, cesar a la concejala causante y revisar su concepto de violencia de género porque puede volver a pasar.