Vamos a hablar claro: ¿Qué ha aportado Europa a Almería?

Carta del director

Europa ha aportado mucho a Almería.
Europa ha aportado mucho a Almería. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
19:29 • 01 jun. 2024

En el calendario de la Almería contemporánea hay dos fechas que deberían estar esculpidas en el santoral laico del progreso que cambió la provincia y que, sin embargo, apenas alcanzan a estar escritas en la memoria colectiva con la levedad de una raya en el agua.



Una es el 20 de abril de 1966, la mañana en que Juan del Águila abrió la primera oficina de la Caja Rural en la calle Méndez Núñez, 28, acompañado de sus tres primeros empleados. La otra fecha histórica fue el 1 de enero de 1986, primer día de España como miembro de pleno derecho de la actual Unión Europea.



Juan del Águila dijo adiós a la vida sin que la provincia le reconociera con la intensidad que merecía su aportación al destierro de la Almería del esparto, la emigración y la tristeza. Nunca ha sido la generosidad hacia ‘uno de los nuestros’ virtud que haya acompañado a los almerienses. Cosa distinta hubiese sucedido si el creador de Cajamar hubiera llegado de otras geografías; entonces faltarían avenidas, estaciones y centros académicos o culturales en los que esculpir su nombre. Es la penitencia del pecado de catetismo, al que tan aficionados somos por aquí.



La otra fecha, la de la entrada en la estructura de gobernanza de Europa, no solo pasa desapercibida, sino que todavía hay miles de almerienses, entre ellos, los más beneficiados, que se sienten incómodos por nuestra pertenencia a la Unión.



El apoyo a la opción electoral que no niega su hostilidad al proyecto europeísta- Abascal no lo niega, Buxadé lo proclama- y que se objetiva en el respaldo en las elecciones generales del pasado año del 27,9 por ciento de los votantes de El Ejido, el 23,51 en Roquetas y el 18,29 en Almeria capital, es una de esas contradicciones, entendible desde la radicalidad ideológica, pero de imposible entendimiento desde el beneficio, no solo colectivo, sino desde la legítima pretensión de garantizar la rentabilidad individual en el futuro.



Almería es una de las provincias, si no la que más, que mejor y más se ha beneficiado de la entrada de España en la UE. La memoria es débil cuando la falsa coartada del sectarismo nubla la razón, pero muchos de los que hace días vitoreaban a Marine Le Pen en la fiesta de Vox en Vistalegre no deberían ignorar que, si las tesis de la política francesa triunfaran en su país, y las tesis de la extrema derecha tuvieran una capacidad de decisión efectiva en la Comisión Europea, los más de mil camiones almerienses que cada día cruzan la frontera con Francia volverían a encontrarse con las mismas o similares dificultades con las que ya se encontraron en los 80 y los mercados de París, Berlín o Bruselas no recibirían cada mañana los productos cultivados en nuestros invernaderos con la misma libertad de mercado con que llegan ahora cada madrugada. El nacionalismo es, esencialmente, endogámico y, por tanto, contrario a la fluidez y la transversalidad comercial. Es así de sencillo, aunque a algunos el fanatismo político les impida llegar a esa conclusión ignorando que, cuanta más Europa haya, mejor le irá a Almería y a España. La construcción de la Unión Europea no es un camino carente de errores. Claro que los hay y habrá que corregirlos, pero es la tarea más modernizadora a la que se ha enfrentado el viejo continente. Frente a la globalización, el ultranacionalismo de la extrema derecha quiere levantar una estructura proteccionista ignorando que el proteccionismo es el premio de consolación de los países sin futuro.



Pero si este análisis puede no ser suficiente para los incrédulos sobre los beneficios que ha aportado, les voy a aportar algunos datos que ratifican ese relato. Tomen nota.



Desde 1986, fecha de la integración en la actual UE, a los agricultores almerienses se les abrió un mercado de más de 300 millones de consumidores sin barreras arancelarias ni impedimento alguno u otro tipo de restricciones comerciales. 300 millones de consumidores, no lo olviden. Además, desde esa fecha, han llegado a Andalucía 43.400 millones de Fondos de Cohesión y, en total y por todos los conceptos, el dinero recibido desde Bruselas, incluida la PAC, superaría los 110.000 millones. De esas cantidades Almería se ha beneficiado con una cuantía decisiva para su modernización agrícola, industrial y social. ¿O alguien cree que las autovías, las obras del AVE, los hospitales y centros de salud, la construcción de edificios públicos y otras muchas realidades se hubieran podido llevar a cabo sin las aportaciones de la Unión Europea?


Pero como nada hay más constatable que los datos concretos, vayamos con ellos. Por recorrer solo los últimos años - los últimos años-, los Next Generation han aportado 540 millones a la provincia para apoyar 3.300 proyectos, la aportación de la UE a la línea de alta velocidad entre Almería y Murcia es vital por imprescindible, el apoyo a las inversiones al sector agrícola y pesquero y las inversiones en política hidráulica fueron superiores a los setecientos millones, exactamente 731.249.622 euros. Y esto solo por citar algunas de las más importantes y, repito, en los últimos cinco años.


Para el almeriense Donato Fernández Navarrete, catedrático de Estructura Económica de la universidad Autónoma de Madrid y experto en la política económica de la UE, donde ha trabajado, si las tesis de Le Pen, Abascal, Orban o Meloni triunfaran “tendría consecuencias importantes en España y, sobre todo y en nuestro caso, para Almería. Se relajarían o no se cumplirían las medidas medio ambientales de la PAC, la denuncia del tratado con Marruecos acarrearía una intensidad migratoria muchísimo más acentuada que ahora y se incrementarían las malas condiciones de los inmigrantes legales e ilegales en el campo español, con el riesgo de conflicto que eso conlleva. Los inmigrantes se pueden esconder, pero no evitar”.


Para los almerienses la mística del santoral ha sido siempre más relevante que los hechos reales y determinantes que han cambiado su historia. El ensimismamiento de sacristía, la estupidez intelectual y la ingratitud política tienen esos lamentables efectos colaterales. Aquí rezamos a un santo para que llueva, pero despreciamos a quien de verdad nos ha ayudado a llevar el agua hasta la casa o el invernadero


Claro que siempre nos quedará la estética del patriotismo. La llegada al gobierno de la UE de la ultraderecha provocaría un altísimo coste a nuestras exportaciones hortofrutícolas - más de tres mil quinientos millones el año pasado, casi nada- pero, a cambio, podríamos aspirar a diseñar la única bandera del mundo que se viera desde el espacio. Solo haría falta pintar de rojo y gualda el plástico de nuestras treinta y cinco mil hectáreas de invernaderos para que el universo quedara admirado de nuestro patriotismo. Cien años después Almería demostraría que aquella consigna que proclamaba Jose Antonio (y que nadie nunca entendió), tendría sentido: España, era por fin, una unidad de destino en lo universal.


Perdónales, Señor, porque no saben lo que hacen.


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