Hay decisiones que, aunque provocadas por la búsqueda del acierto, al corregirse, no solo logran su objetivo, sino que lo mejoran extraordinariamente. Como escribió Zorrilla, “A mí, quien me critica no me aflige, a mí me hace un favor quien me corrige”, una opinión que lamentablemente no es compartida por la inmensa mayoría, si no la totalidad, de quienes tienen como obligación y responsabilidad la gestión eficaz de los desarrollos del espacio público que compartimos. Esa debería ser su primera aspiración y, demasiadas veces, no lo es. Corregir es un verbo de casi imposible conjugación por los políticos, más cercanos a la irresponsable torpeza del sontenella que al acierto de enmemdalla.
La decisión de abandonar la construcción de un polo sobre la agricultura en el solar del antiguo edificio de Correos abre una ventana de oportunidad para que ese proyecto- contar en la provincia con un centro que la convierta en un polo internacional de investigación y emprendimiento-tenga una mejor ubicación en otro lugar, el PITA, liberando así un espacio urbano en el centro de la capital que será destinado a otros proyectos.
Si la construcción de un centro agrícola de referencia internacional se mantiene; si, además, su ubicación se lleva a cabo en un entorno tecnológico en expansión, y, si, con estos dos objetivos ya alcanzados, se libera un espacio para uso y disfrute de la ciudadanía, la corrección no solo no debe afligir a quienes la han tomado, sino que les hace un favor a ellos, en particular y - esto es lo más importante-, a todos los almerienses, en general.
Ahora lo que hay que exigir es acierto en qué debe hacerse en ese espacio recuperado para embellecimiento de la ciudad y disfrute de la ciudadanía. Acertar en esas dos aspiraciones es la voluntad que debe inspirar la acción del gobierno municipal. Una decisión para la que debe contar con la opinión, no solo de su equipo de gobierno, sino, también, con los criterios de la oposición y de aquellas organizaciones profesionales de capacitación y criterios consolidados en este tipo de actuaciones. Escuchar, esa es la clave cuando se tienen intenciones de acertar.
Ahora, una vez corregido el error posibilitando el embellecimiento del Paseo, lo que debería autoexigirse el gobierno municipal es a acertar el nuevo diseño de la calle más emblemática de la capital. No es una decisión fácil, pero sí es una exigencia ineludible. Dentro de apenas unos días la alcaldesa dará a conocer su plan sobre una de las vías, la que más quizá, que configuran las señas de identidad de la capital.
En su memorable “Al Sur de Granada”, Gerald Brenan escribió que el Paseo de Almería era como un escenario en el que cada día se representaba la misma ópera con los mismos actores. La evolución de la ciudad, pasando de una estructura radial que obligaba a que toda la vida de los almerienses tuviera como centro la Puerta de Purchena, a consolidar una estructura circular en la que ya no es preciso ir hasta el centro para hacer una gestión administrativa, sanitaria, comercial o educativa. Los barrios, aunque no todos, han dejado de ser suburbios y extramuros del Paseo se ha configurado una trama urbana imparable.
El Paseo debe continuar siendo el confortable salón de casa en el que se encuentran y se reencuentran los almerienses, un escenario en el que es preciso cambiar el libreto porque la ópera se está quedando cada vez con menos actores y menos espectadores.
Se juega mucho el centro de la ciudad con el nuevo plan que diseñe el futuro de ese espacio tan vital y tan nuestro. Ojalá se acierte.
Pero para que el acierto acompañe es imprescindible no caer en el error de intentar contentar a todos, la mejor forma de no contentar a nadie. Las soluciones intermedias que pretenden una acomodada equidistancia solo conducen al error. Las modificaciones llevadas a cabo ampliando la zona peatonal en una de sus aceras fue un fracaso inicial al que siguió otro aún mayor: convertir el primer despropósito en un carril de emergencia que nadie entendió nunca.
Errar es de humanos, rectificar de sabios.
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