La capilla del Hospital y el testamento de Bendicho

El viento del tiempo lo borra todo; hasta las últimas voluntades de un benefactor

Inscripción en la puerta de la antigua capilla del Hospital relatando la obra benéfica de Bendicho y Puche.
Inscripción en la puerta de la antigua capilla del Hospital relatando la obra benéfica de Bendicho y Puche. La Voz
Manuel León
21:17 • 03 jul. 2024

Francisco Javier León Bendicho fue un patricio granadino que se quedó en Almería por amor; por amor a una Puche, Dolores por más señas, y se avecindó en la casa, ahora de la Hermandad del Prendimiento, situada en la Plaza rotulada a su nombre. Desde allí, Bendicho se dedicó a la política, a la literatura y, cómo no- siendo tan rico- a los placeres de la vida. Pero entre placer y placer, le dio por ponerse a veces la túnica de bienhechor: donó 6.000 duros para edificar un hospicio en el Hospital de Santa María Magdalena. Después, el filántropo, con los caudales también de su esposa, compró el solar liberado por el viejo baluarte de San Luis y construyó, con un coste de 3.000 duros, la capilla adscrita al Hospital Provincial, sede del flamante Museo del Realismo Español.



Bendicho se gastó esos reales, y así se refleja en el testamento que obra en el Archivo Histórico Provincial, con la condición de que siempre, siempre, tuviesen un uso religioso. Ayer, ese espacio edificado con sus cuartos celebró su primer acto público como salón de actos de anexo Museo del Realismo Español. Queda por toda huella sacra una María Magdalena brotada del pincel de uno de los inspiradores del Museo, y una pileta de agua bendita. La capilla, que fue sede un tiempo de la Hermandad de Rosario del Mar, ha sido desacralizada, en contra de la voluntad del que la patrocinó. Esto demuestra que no hay nada que resista el viento del tiempo, que todo en la historia es hoja caduca. Bien está el cambio, es un cambio con sentido, pero sin consentimiento; tiene toda la lógica que ahí haya un espacio de aprovechamiento museístico. El siglo XXI no es el XIX. A tenor del aforo demandado por la menguante feligresía, en Almería sobran iglesias y faltan espacios culturales que hagan barrio antiguo, centro histórico, tan necesitado de aliento y cariño. Pero no está demás recordar, al menos en esta cuartilla, al bueno de Bendicho. Al benefactor, tampoco le respetaron su último deseo, como dejó también en testamento, el de ser inhumado en Almería. Sus restos reposan en el cementerio madrileño de San Isidro.









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