La historia de Almería: de los riscos a la playa

Cuesta trabajo creerlo, pero hubo un tiempo en el que Roquetas, la gran Roquetas de hoy, fue una aldea de la metrópoli que era Felix. Esa Roquetas de más de 100.00 habitantes era en el siglo XVIII un villorrio de 200 almas dependientes de un concejo en las alturas que disponía de guarnición y cinco fábricas de fundición de plomo. La vida, la riqueza, estaba en las alturas, a casi mil metros sobre el nivel del mar, porque, en ese tiempo de repoblación aún, todo lo que olía a playa olía a piratas. Y por eso la Sierra de Gádor aparecía granada como un pámpano de uva; en la costa solo había castillos y fuertes para poner freno al turco. 

Felix, la Felix que hoy cuenta con apenas 700 habitantes gobernados por Baldomero, tenía en su jurisdicción a Vícar, que se le rebeló en 1836 y mucho más tarde La Mojonera, en 1984. Pero antes, en 1776 se independizó Roquetas, cuando aún se gastaba paletó. Ese verano remoto también se independizaron las colonias americanas de su metrópoli, cuando aún no había llegado la Revolución Francesa ni se había inventado la guillotina. Se fue desangrando Felix, como se desangró Enix cuando perdió Aguadulce. Y uno piensa en cómo el viento de la historia cambia los pueblos. El interior de Almería se muere: hay más de 50 pueblos con menos de mil habitantes. Según los últimos datos del INE, el 80% de los almerienses viven en el litoral. Esta semana se celebraba como un éxito olímpico la apertura de un bar en Benitagla (68 habitantes, su alcalde Juan Padilla gobierna a menos gente que el presidente de una comunidad de vecinos del Zapillo). Javier Aureliano lleva años intentando frenar esta sangría, sacar a tantas aldeas de la UCI; qué futuro le aguarda a Laroya o a Cóbdar cuando vayan dándole la extremaunción a sus pensionistas. Los nómadas digitales de Madrid quieren vivir en Vera o en El Toyo, no en Rágol. A Mojácar le salvó la playa, cuando iba a desaparecer su municipalidad, recodaba el alcalde Jacinto; y en El Ejido hay un éxodo que no se puede ocultar del pueblo a Almerimar. La costa es imbatible como antes lo eran los riscos.