Resulta inevitable, Dion Lopy conduce a Vinicius Junior. Lo que sucedió en el estadio Pepico Amat se trasladó a las redes sociales y pronto salió a relucir el nombre del delantero del Real Madrid y las comparaciones. En el caso del centrocampista senegalés, las cámaras de TV captan a una "aficionada" del Eldense, se activa el protocolo, el club condena el gesto racista, busca a la culpable y una vez localizada la expulsa del estadio. Perfecto. Igual que el Sporting con la hincha que hizo lo mismo con Hassam del Real Oviedo el sábado. Son los primeros episodios racistas de la temporada que además vienen precedidos de las declaraciones de Vinicius que han suscitado una gran polémica y son obligadas las referencias al delantero brasileño.
Primera puntualización. Se están dando pasos importantes pero no definitivos en la lucha contra el racismo. Sin entrar en ningún ejemplo concreto, si tiramos de hemeroteca veremos que hubo una época donde los clubes eran cómplices y daban entradas y pagaban desplazamientos a los ultras y cuando se producían episodios racistas miraban para otro lado, justificaban o le restaban importancia. Felizmente es una etapa superada. Más tarde los clubes empezaron a colaborar con la boca pequeña, declaración de intenciones pero sin una condena enérgica, nunca encontraban al culpable y era habitual el “y tú más”. Etapa aparentemente superada. Y hoy en día el club es el primero en señalar y expulsar al culpable para no empañar la imagen del resto y de paso que no le caiga una sanción ejemplarizante, colaborando con las instancias del fútbol que, dicho sea de paso, se han puesto las pilas en los últimos tiempos.
Volvamos a los recientes incidentes. Lo que le ha ocurrido a Lopy, por desgracia, es habitual a lo largo de una temporada en diferentes estadios. No voy a enumerar las más de 350 reseñas de episodios racistas en el fútbol profesional de nuestro país que se pueden consultar en alguno de mis libros. Pero, al mismo tiempo, también hay que reconocer que se trata de casos aislados y que el racismo en el fútbol español descendió a raíz de la creación de la Ley 19/2007. Me permitirán un juego de palabras. España no es racista pero hay racismo en el fútbol español, como en la propia sociedad europea y aunque sean episodios puntuales, tenemos que intentar que una moda peligrosa no se convierta en un mal endémico.
Por otra parte, hay que dejar claro, aunque parezca una obviedad, que la misma gravedad tiene que le digan “negro de mierda” o “mono de mierda” a Vinicius que a Lopy. Los protocolos son los mismos si juegas en el Real Madrid o en la UD Almería y se debería aplicar la ley con la misma contundencia. Otra cosa es la repercusión mediática y, sin duda, Vinicius es un altavoz mucho más poderoso: en lo bueno, cuando hace un regate o marca un golazo o en lo malo cuando sufre un episodio racista.
Luego está la manera de reaccionar de cada víctima. Lopy lo hace de una manera y Vinicius de otra, todos lícitas y respetables porque cada persona somatiza a su manera: los hay que amagan por marcharse como Samuel Etoó en La Romareda; hay quien se come un plátano como Dani Alves en el Madrigal y devuelve la burla al racista con ironía; los que no ocultan su irritación y señalan al infractor en la grada, como Vinicius en Mestalla; otros denuncian en redes o rueda de prensa como los hermanos Williams o Quique Sánchez Flores cuando le llamaron despectivamente gitano en Getafe; y Lopy sigue jugando con aparente normalidad y se lo comenta al árbitro o a sus compañeros y poco más.
Muchas maneras de reaccionar, gustos como colores, pero que los árboles no te impiden ver el bosque, las víctimas son Lopy y Vinicius no desviemos la atención. Y no caigamos en la trampa de intentan justificar lo injustificable. Tolerancia Cero. Por ejemplo, cuando el brasileño sufrió episodios racistas algunos cómplices de los racistas decían que sólo le ocurría a él porque era un provocador y que al resto del Real Madrid no. Teoría desbaratada cuando al poco tiempo Rudiger y Tchouameni lo sufrieron también. Qué decir de los hermanos Williams ¿también son provocadores?
El que lo sufre tiene que denunciarlo porque si no lo hace viviremos en el engaño de saber cuál es el verdadero calado del problema. Hay más gestos racistas de los que tenemos constancia porque en algunos casos no se puede demostrar y es la palabra de uno frente a la de otra, que se lo digan a Diakhaby del Valencia con Juan Cala, en otras ocasiones el futbolista tiene miedo a denunciarlo porque simplemente no hay policía, por ejemplo. Por tanto, lo primero hay que reconocer que hay un problema, fase superada, segundo conocer el verdadero calado del problema, estamos en ello, y tercero poner soluciones.
Todos los caminos conducen a Vinicius y hay que reconocer que gracias a su bandera contra el racismo ahora un aficionado puede acabar en la cárcel algo impensable hace algunos meses y ese avance se lo debemos a él porque la justicia se ha puesto las pilas. Eso sí, el crack madridista puede estar seguro que España puede albergar el próximo mundial. Si Rusia, con un racismo extendido y emergente, no tuvo que lamentar ningún incidente racista en 2018 nosotros no vamos a ser menos. Pero estar preparados no significa que bajemos la guardia y que aunque sean esporádicos sigue habiendo capítulos racismo como denunció Vinicius y corroboró Lopy el pasado domingo.
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