Dentro de la celebración de la Tertulia Artística y Literaria del Almanzora se recitaron versos de los poetas de Antas recogidos en Antalogía. Este libro se presentó en el verano del año pasado y en su momento cada poeta intervino leyendo varios de sus poemas.
Esta vez queríamos hacerlo diferente, intercambiarnos, y elegí dos poemas extensos y profundos de mi sobrino Diego Torres. Él decidió leer cuatro de los míos al ser estos más cortos. Pensábamos que así nos equilibrábamos.
Salí al escenario y expliqué al público esta idea previa a la recitación. Los poemas que recité están impregnados de esa búsqueda de la verdad que un verdadero poeta busca con sus palabras. Sentía tanto entusiasmo con esta elección que no pretendía hacer una descripción de su poesía, calificándola de alguna manera, simplemente quería transmitir la misma emoción que a mí me habían transmitido, y se los dediqué al público deseando que los disfrutaran y también a mi madre por ser el día 22 de noviembre el aniversario de su muerte y los poemas eran como dos bellas flores de su nieto Diego.
Mi sobrino seleccionó los que quiso y antes de leerlos intuía que recitaría el número 3, y efectivamente empezó por él. Este poema quizá sea el más interesante de los 15 míos que se recogen en este libro, y el único que me sé de memoria.
Los versos de Diego Torres caminan por otros derroteros más amplios, abarcando toda la realidad posible, así el número 13 comienza: “Y ahora la guerra/ es la niebla que atrapa los días;” “ahora los tambores suenan/ y el paso se acelera” y el final: “la ilusión de ser una isla solitaria/ en el espacio vacío”.
Igualmente me identifico con el número 15, “Un mono Punk/ reparte bananas/ en la liana del mundo/”, y sus versos finales: “No puedo y sin embargo/ he de volver a remar.”
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/283930/los-versos-de-diego-torres