Primero fue Mafo (Miguel Angel Fernández Ordóñez) el blanco señalado para desviar la atención de lo ocurrido en las cajas de ahorro presididas por exdirigentes del PP (Rato, Olivas), y ahora el objetivo es Joaquín Almunia, el comisario europeo de la Competencia.
Al primero se le acusaba de no haber alertado acerca del agujero de las entidades intervenidas. Como si los responsables de los partidos, con consejeros afines en todas las cajas, no estuvieran al cabo de la calle de los tejemanejes y dislates crediticios perpetrados a requerimiento, precisamente, suyo. Claro que los políticos sabían del cáncer financiero que padecían las cajas de ahorros. ¡Cómo no lo iban a saber si ellos mismos eran quienes impulsaban semejantes dislates! Es verdad que el Gobernador del Banco de España sesteó incumpliendo el mandato que le obligaba a ser el guardián que debería haber impedido los créditos sin avales ni medida. Es el policía que llega tarde al banco que acaba de ser atracado... pero no el atracador.
Desaparecido Mafo, ahora se anuncia la apertura de la caza con Almunia como blanco a batir. ¿Su pecado? Actuar como comisario "europeo", no como "funcionario español" en la Comisión Europea. Por eso ha dicho que habrá que analizar las condiciones del préstamo de 100.000 millones destinados al rescate de la banca española. También ha dicho que aquellas cajas que no sean viables habrá que cerrarlas. Lo mismo que opina, por cierto, Francisco González, presidente del BBVA. En qué momento se lo ocurrió decir lo que es de sentido común. Pese a eso, hay quien pide la dimisión de Almunia porque le considera un "traidor". Como suena. Tal es el grado de ofuscación al que conduce el sectarismo político que, por desgracia, tanto daño hace a España.
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